Recientemente conocimos los resultados del Estudio Económico de Colombia realizado por la Ocde. Como contexto, cabe consignar que el reporte es una evaluación periódica que realiza la Ocde a las principales economías del mundo, preparado por el equipo técnico del organismo en consulta con países miembros de la misma, así como con las autoridades del país evaluado a lo largo de varios meses. Así, más allá de la coyuntura de corto plazo, el reporte tiene como objetivo realizar recomendaciones de reformas estructurales en varias dimensiones que impulsen el crecimiento de mediano plazo de la economía y mejoren el bienestar de la población.

Desde el punto de vista macroeconómico, el reporte entrega varias recomendaciones que se relacionan con la política fiscal, en tanto propone la reducción gradual del impulso fiscal y medidas que apuntan a fortalecer las finanzas públicas a través de incrementos en el recaudo fiscal. Es un hecho que la economía colombiana enfrenta presiones de gasto relevantes hacia delante, tal como en toda la región, por lo que al avanzar en la consideración de las medidas que aumenten el recaudo, también se debe evaluar su impacto sobre el crecimiento de corto plazo, así como la factibilidad política de las reformas.

De todas formas, es adecuado indicar que la rápida recuperación de la economía colombiana ha contribuido a un escenario fiscal mejor a lo esperado a fines de 2021, dejando una mejor base para este año. A esto, se suma que las autoridades lograron aprobar una reforma tributaria el año pasado con amplio apoyo en el Congreso que eleva la recaudación en régimen, fortalece la institucionalidad fiscal al crear un límite de deuda y refuerza el marco del Comité de Regla Fiscal.

También se recomienda realizar reformas regulatorias que aumenten la competencia en el mercado de productos, así como una reducción de las barreras al comercio internacional, que mejorarían la productividad de la economía.

Participar en estas evaluaciones suele incomodar porque naturalmente al comparar con las mejores prácticas internacionales, pueden surgir críticas ante espacios para mejoras. No nos podemos olvidar que el país ha avanzado rápidamente en las últimas décadas, a tal punto que ya es país miembro de la Ocde. Es clave focalizar la discusión y encauzarla con una mirada proactiva por delante.

Nos encontramos en una coyuntura particularmente desafiante, saliendo de una pandemia, con alta inflación, menor espacio de política macro, y condiciones financieras internacionales más restrictivas. Al navegar este entorno, no nos olvidemos de considerar aquellas medidas que nos permitan crecer de forma más sostenible y robusta en el mediano plazo. Para ello están las recomendaciones de la Ocde.