Reflexiones sobre los bonos verdes
La mayor preocupación por el impacto del cambio climático sobre la vida cotidiana es una de las tendencias globales que ha impulsado importantes llamados a la acción climática.
Esta tendencia también es evidente en los mercados financieros, donde ha aumentado significativamente la emisión de instrumentos de deuda con fines temáticos, como bonos sociales o bonos sostenibles, pero especialmente bonos verdes. De acuerdo con Climate Bonds Initiative, en 2018 se emitieron US$167.000 millones en bonos verdes, mientras que a fines del año pasado este monto aumentó a US$270.000 millones.
El Ministerio de Hacienda de Chile emitió bonos verdes soberanos por primera vez a mediados de 2019, posicionando a ese país como el primero de las Américas en emitir este tipo de instrumentos. Desde entonces, volvió a los mercados internacionales, emitiendo un total de US$7.700 millones en bonos verdes.
De acuerdo con el marco que guía estas emisiones, los recursos obtenidos se asignan en un horizonte de cinco años, principalmente en proyectos de transporte limpio que han sido previamente certificados por una agencia externa e independiente, en línea con las mejores prácticas internacionales.
La emisión de estos instrumentos en Chile permitió validar la noción de que la acción climática puede ir de la mano de mejores resultados financieros. Las transacciones lograron récord de demanda (bid-to-cover de hasta 13X), y tasas de interés históricamente bajas, reduciendo los costos de financiamiento del Fisco, al tiempo que le permitieron ampliar y profundizar su base de inversionistas hacia aquellos con mandatos especializados de inversión en instrumentos ASG (hasta 80% de la demanda).
Esta diversificación ha sido clave, ya que Chile logró acceder a inversionistas que anteriormente no eran tenedores de bonos de Tesorería, y que además estarían dispuestos a pagar más por estos instrumentos, fortaleciendo la competencia en las emisiones.
Información del mercado secundario a la fecha sugiere que las tasas de los bonos verdes son menores que las de sus pares plain-vanilla, y mostrarían mayor resiliencia en períodos de mayor aversión al riesgo, ambas características deseadas para el emisor.
La asignación de recursos y sus respectivos impactos son reportados anualmente por el Ministerio, lo cual demuestra el importante esfuerzo de seguimiento, monitoreo, y coordinación que recae sobre los equipos técnicos del Ministerio de Hacienda y aquellos sectoriales.
Por cierto, la emisión de bonos verdes le ha permitido al país posicionarse entre los líderes en finanzas sostenibles en la región, mientras se avanza en las ambiciosas metas de acción climática y compromisos de descarbonización.
Los éxitos de Chile en la emisión de bonos verdes también le llevaron a profundizar su liderazgo en el mercado de bonos temáticos, con la emisión de bonos sociales y bonos sostenibles.
Bonos sociales son instrumentos de deuda cuyos fondos financian proyectos sociales elegibles, incluyendo medidas de apoyo a los hogares en el marco de la emergencia del covid-19, mientras que los bonos sostenibles componen una combinación de proyectos sociales y verdes.
Así, desde 2019 Chile ha emitido US$25.700 millones en bonos temáticos, de los cuales US$16.500 millones son bonos sociales, US$7.700 millones son bonos verdes, y US$1.500 millones son bonos sostenibles. Estos en su conjunto representan 24,6% del stock de deuda pública de Chile, uno de los más altos del mundo.
Junto a los importantes avances del Fisco en este ámbito en años recientes, el sector privado en Chile también se ha entusiasmado con la emisión de instrumentos temáticos.
En este contexto, celebro que el Ministerio de Hacienda de Colombia esté próximo a emitir sus primeros bonos verdes en moneda local. Estimo que también se podrá beneficiar de las ventajas financieras que ha obtenido Chile, mientras también le permitirá avanzar en sus compromisos de acción climática.