Faltan 1360 días para que se termine este gobierno. Y es mejor hacer la cuenta regresiva, como la reforma tributaria que recién se aprobó en el Congreso. Esa que pretendía gravar al pan, pero que de todas formas va a encarecer la canasta familiar por cuenta de unos impuestos saludables cuya efectividad no está comprobada. La misma que hizo la transición energética a la fuerza, con una enorme carga tributaria que no hará viables nuevas inversiones en el sector minero energético para poder sostener el nivel actual de producción.
Faltan 1360 días en donde nos quedaremos esperando a que el presidente de la república, él directamente, anuncie el país que los contratos de exploración y explotación de petróleo y gas y de la minería seguirán funcionando con normalidad y que se abrirán nuevos contratos y se gestionarán nuevas licencias mineras. El país se verá abocado en los próximos 15 años a una crisis energética y nos volveremos importadores netos de petróleo y gas y añoraremos los días en que el dólar estaba a 5000 pesos.
Serán 1360 días en los que se insistirá con sentencias poéticas, arrogantes y confusas que tenemos que renunciar a nuestra autosuficiencia energética para que Colombia sea una “potencia mundial de la vida”, en la que se entregará todo a cambio de nada. O quizás a cambio de un liderazgo latinoamericano que Petro no se va a ganar. Las otras izquierdas latinoamericanas seguirán cómodas con sus economías “extractivistas”, aprovechando los buenos precios de sus recursos para financiar sus programas sociales, mientras Colombia importa hidrocarburos de una dictadura vecina.
Faltan 1360 días en donde veremos una reforma agraria marchitada por la falta de financiamiento, pues no será con títulos de deuda pública que se financie la compra de tierras y no habrá tiempo ni capacidad institucional para comprar toda la que anunció. Tampoco se alcanzará la anhelada reforma rural integral, pues es gobernando y no anunciando, como se darán cuenta que ejecutar no es tan mamey, que lo mejor es volver al cronograma de 12 años y que los supuestos incumplimientos a los acuerdos de paz no ocurren por capricho del gobierno de turno, sino por lo costoso y lo complejo de lo acordado.
En esos 1360, días los colombianos nos daremos cuenta de que este gobierno quiere enterrar el metro de Bogotá y no porque quiera volver subterránea una porción de la línea uno, sino para buscar una excusa y poner bajo tierra el progreso y las mejoras en la movilidad que tanto necesita la capital de la República simplemente por el capricho de que el metro elevado no le gusta.
En esos 1360 días se insistirá en la Paz Total. Esa que se quiere meter en la misma bolsa a todos los grupos delincuenciales que operan hoy en los territorios, incluidos aquellos narcotraficantes que fueron “entrampados” y abandonaron el proceso de paz firmado en el teatro Colón. Será la impunidad total, el problema de la coca empeorará y la comunidad internacional no verá con buenos ojos que los responsables de enviar toneladas de droga a sus países para intoxicar a sus jóvenes seguirán en libertad.
En 1360 días se buscará, con una falsa narrativa, acabar “con el peor sistema de salud”. El que le permitió a Colombia ubicarse como el segundo mejor país de las Américas por la gestión de la pandemia, aplicar 89 millones de dosis, vacunar al 84% de la población con al menos una dosis y que a la fecha tiene menos de 650 casos activos de Covid 19.
El País seguirá con un Congreso enmermelado por otros 1360 días. Con una coalición de gobierno conformada por unos partidos políticos que renunciaron a sus ideologías, a cambio de burocracia, para sacar adelante, con su aplanadora, reformas que pondrán en riesgo la estabilidad fiscal pasando por encima del interés nacional.
En fin, faltan 1360 días. Ni uno más.