Monómeros, en la mira de nuevo
Mucho se ha especulado en las últimas semanas sobre lo que podría pasar con la empresa Monómeros ahora que el gobierno de Gustavo Petro reconoce al de Maduro. En ese tránsito diplomático y con la designación de embajadores en ambos países vino el anuncio del embajador Benedetti del seguro regreso de Monómeros a manos de la dictadura del vecino país.
La secuencia de eventos continúa con la radicación por parte de Maduro de una nueva junta directiva ante la Cámara de Comercio de Barranquilla. Lo que aún está por verse es si esa nueva junta directiva se logra posesionar, pues deben pasar los 10 días hábiles que exige la ley para que quede en firme ese registro. La actual administración de la compañía seguramente presentará un recurso de oposición ante la Superintendencia de Sociedades.
El gobierno ha dicho que la devolución de Monómeros tiene el único propósito de garantizar la seguridad alimentaria de Colombia por medio de una solución que suena fabulosa en el papel, pero que económicamente puede llevar a Monómeros a la quiebra y pondría los pelos de punta a los demás actores del mercado de fertilizantes en Colombia.
Según las declaraciones del embajador Benedetti, el acuerdo con Maduro consiste en que una vez Monómeros regrese al régimen, a Colombia se le va a garantizar una reducción sustancial en los precios de la urea y de los demás fertilizantes que produce la compañía. Para el caso de la urea la rebaja mencionada es de 40% y para el caso de los fertilizantes es de 30%. Y aunque no se conocen más detalles al respecto, las reducciones mencionadas implican un sacrificio en ingresos considerable que pondría en aprietos a la compañía y abriría los ojos de la superintendencia de sociedades y seguramente los de la de Industria y Comercio.
Los ingresos de Monómeros por la venta de fertilizantes ascendieron en 2021 a la no despreciable cifra de $897.000 millones y explicaron 90% de sus ingresos totales. Producir y vender estos fertilizantes le costó a la compañía unos $760.000 millones, es decir, se generó un margen de poco más de 15%. Con una rebaja como la planteada, de 30%, Monómeros no solamente no tendría margen en las ventas de fertilizantes (asumiendo que todo lo vende en Colombia) sino que lo haría a pérdida.
Ello se complica aún más en un escenario de costos de materia prima crecientes y con un dólar más caro que hace un año. Según los estados financieros de Monómeros, el costo de venta de los fertilizantes creció 25% en 2021 y para este año el panorama no pinta favorable por la invasión de Rusia a Ucrania y por las restricciones a las exportaciones de fertilizantes por cuenta del conflicto. De acuerdo con el portal foodsecurity.org, las limitaciones de Rusia a las exportaciones de fertilizantes han impactado 10% de las exportaciones mundiales de fertilizantes nitrogenados y 8,5% de los fosfatados. China está aplicando una política similar afectando 10,6% y 11,4% respectivamente. Por ello, mientras que el volumen de importaciones de fertilizantes no creció en el primer semestre de 2022, la cuenta en dólares se incrementó en 126%. Solamente en junio las importaciones en volumen cayeron 33% y la factura creció 50%. De ahí el impacto que el costo de los fertilizantes está generando en el precio de los alimentos.
Y por el lado de nuestras leyes de competencia la cosa tampoco parece tan sencilla. Una rebaja unilateral de esta naturaleza al precio de los fertilizantes puede alterar las condiciones de ese mercado en Colombia y convertirse en un acto contrario a la libre competencia, que podrían cuestionar el resto de los participantes de una torta de más de $4 billones.
A su vez, el regreso de Monómeros a manos de Maduro significaría la derogatoria inmediata de la licencia de la que actualmente goza la compañía por parte de la Ofac de Estados Unidos que en principio le permite realizar operaciones en moneda extranjera extranjera y aunque en la práctica al parecer las operaciones siguen bloqueadas, la licencia le ha permitido reestablecer las relaciones con el sistema financiero colombiano y acudir a productos financieros alternativos, aunque de mayor costo, para lograr el financiamiento
de la compra de materias primas.
Sería difícil para el gobierno de Biden buscar una excepción para Monómeros para que pueda seguir contando con la licencia OFAC estando en manos de Maduro, pues desconocería las Ordenes Executivas de sus antecesores donde el dictador y Pdvsa son sancionados directamente. Convencer a los norteamericanos de mantener esa excepción con el argumento de que Monómeros opera en Colombia y que las sanciones afectan más a Colombia y a nuestra seguridad alimentaria que a la propia Venezuela, puede transmitir cierta lógica, pero es un tema de mucha mayor complejidad, pues Estados Unidos sigue sin reconocer oficialmente a Maduro como gobernante legítimo de Venezuela.
Con este panorama las opciones parecieran ser dos: o dejar a Monómeros tranquila, como está, y estar pendiente de su gobierno o corporativo; o buscar comprarla, pues se ha dicho que hay una propuesta en firme de Petro para su adquisición total o parcial. Por supuesto no al valor fantasioso de US$ 600 millones que se mencionó hace unas semanas.