Para hablar de salud mental es pertinente recoger datos de los países más avanzados en nuestra cultura occidental: Estados Unidos, Suiza, Suecia entre otros. ¿Qué tienen en común estos lugares, además de un buen ingreso per cápita? La respuesta es: poseen el número más elevado de trastornos mentales, y la esquizofrenia y la depresión son solo algunos de los ejemplos más frecuentes.
¿Por qué esta diferencia respecto a países más pobres? Hay varias hipótesis, todas inconclusas. Lo cierto es que al menos los mencionados países cuentan con gran cobertura para brindar tratamiento a las personas. Dicen que Colombia es uno de los países más felices del mundo, que la sociedad en general es alegre; sin embargo, las estadísticas muestran otra cara: la tasa de suicidios asociados a depresión en nuestro país es alta en comparación a otras regiones. Según medicina legal, el año pasado, entre enero y julio se presentaron 1396 casos.
Hay en el país municipios paupérrimos. En estos, como en multitud de caseríos, la cobertura del Estado es muy pobre y la participación de entidades privadas es casi nula. Para estos sitios lejos de las grandes urbes las estadísticas no son tan rigurosas; si se tuvieran en cuenta los casos de suicidio en dichas áreas donde ni siquiera hay recursos para enterrar los muertos, seguramente las cifras aumentarían considerablemente en nuestra patria.
Debemos prestarle atención al tema; la salud mental no es un juego. Por ejemplo, hay quienes dicen “El que se va a suicidar no lo anda diciendo” o “El que lo dice no lo hace”. Estas son falacias: de cada 10 personas que se suicidan ocho lo manifestaron previamente a sus familiares, amigos o conocidos.
Es cierto que hay muchas problemáticas graves en Colombia, como corrupción y desempleo. No obstante, los trastornos psicológicos constituyen un problema de salud que es frecuentemente dejado a un lado en la formulación de políticas públicas sobre prevención y tratamiento. De acuerdo a un estudio realizado por Samhsa (Substance Abuse and Mental Health Administration), muchos de los que están en la calle pidiendo dinero, lejos de ser drogadictos, son personas con problemas mentales severos que los llevaron a la desorientación, a la pérdida del interés por sí mismos y a la ausencia de la realidad. Casos como estos abundan y salpican a todos los miembros de la sociedad sin importar la procedencia; de hecho, los profesionales más afectados por esta problemática y en específico, por el suicidio, son los médicos y los policías.
Tenemos que generar conciencia y hacer prevención sobre el tema; el trabajo de los psicólogos y psiquiatras debe ser valorado y potenciado en la sociedad. Estos profesionales nos ayudan a diagnosticar y tratar temas asociados y aunque no existe una fórmula mágica para mantener el equilibrio en la psique sí hay ciertas prácticas que promueven nuestro bienestar, por ejemplo, hacer ejercicio, buscar lo trascendente y fortalecer vínculos afectivos.