Colombia se caracteriza por tener altos niveles de consumo y bajos niveles ahorro, lo que crea un ciclo vicioso en el que no hay suficientes recursos para invertir. De ahí que recientemente varios analistas señalen que el crecimiento potencial de nuestra economía haya disminuido luego de la pandemia. En ese sentido, es paradójico que como resultado de las restricciones por el covid-19, se registró un incremento significativo en el ahorro de los hogares, alcanzando la cifra más alta en términos de ahorro como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) en los últimos años.
No obstante, desde la reactivación económica en 2021, el consumo de los hogares fue el principal motor de la economía colombiana, lo que generó una caída en el ahorro neto hasta niveles mínimos. Durante 2023 y 2024, los niveles de ahorro de los hogares retomaron la senda positiva, pero parece que no logran consolidarse y con ello alcanzar los niveles previos a la pandemia. El segundo trimestre de 2024 presentó un crecimiento de 13,4% en el ahorro de los hogares, alcanzando un total de $25,6 billones. La cifra se consolida como la primera variación positiva desde el tercer trimestre del 2023.
A pesar de esta mejora, el panorama general respecto al ahorro en la economía no es tan positivo. El gráfico 1 muestra el ahorro bruto de los hogares como porcentaje del PIB para el primer semestre de cada año, a precios constantes de 2024. En el primer semestre de 2019, el ahorro de los hogares representaba 5,2% del PIB, alcanzando su máximo en 2020 (7,3%) y su mínimo en 2022 (1,9%). Actualmente, la cifra se sitúa en 5,3%. Aunque el ahorro ha mostrado signos de recuperación desde 2022, se observa una tendencia negativa que podría consolidarse. Vale resaltar que el cierre del total de 2019 el ahorro alcanzó una cifra de 5,5% e incluso en años como 2017 y 2018, las cifras rondaron 6,8% y 6,5%, respectivamente.
La tendencia reciente puede explicarse descomponiendo el ingreso disponible, un importante agregado macroeconómico que detalla los recursos con los que cuentan los hogares y que resulta en ahorro. Dentro de los ingresos que lo componen, la remuneración a los asalariados representa el mayor porcentaje (35,3% en promedio para el periodo analizado), siendo el rubro que a 2024 ha tenido la mayor variación positiva. Asimismo, cabe resaltar que el excedente de explotación bruto, así no tenga de las mayores participaciones, es el segundo ingreso con mayor velocidad de crecimiento.
Por el otro lado, los impuestos corrientes sobre el ingreso son el gasto de mayor proporción dentro del total del ingreso disponible (47,4% en promedio para el periodo analizado), al mismo tiempo que es el componente que más ha aumentado año a año. Asimismo, el gasto en contribuciones sociales ha ganado participación dentro del gasto y ha crecido de forma significativa en los años posteriores a la pandemia.
Como resultado, para el periodo postpandemia (2022-2024) las cifras muestran que el gasto agregado está creciendo a una velocidad mucho más rápida que los ingresos: en promedio (para el periodo analizado) 7,9% vs. 5,8% respectivamente. Así, se tiene que en términos reales el ingreso disponible bruto se reduce con el tiempo, disminuyendo la capacidad de ahorro de los hogares.
En suma, aunque en 2024 hubo un aumento en los ingresos de los hogares, los gastos también lo hicieron y en una mayor proporción, especialmente en impuestos y transferencias corrientes, lo que ha limitado la capacidad de los hogares para ahorrar a largo plazo. Para lograr una mejora en los niveles de ahorro, sería necesario que los hogares redujeran su nivel de consumo o aumentaran su nivel de ingreso. Estas dos premisas parecen difíciles de cumplir en el corto plazo, en un contexto donde el consumo de final de hogares crece por debajo del promedio de la economía y la ocupación no termina por consolidarse para generar mayores ingresos.