El pasado 28 de abril, el Dane presentó las cifras de empleo para marzo de 2023. La tasa de desempleo nacional se ubicó en 10%. Si bien el dato representa una reducción frente a marzo de 2022, es relevante anotar que el empleo por cuenta propia fue el protagonista en el aumento del número de ocupados y consecuentemente en la reducción del desempleo.
Se debe contemplar que el empleo por cuenta propia tiene una mayor cercanía con la informalidad y con menores ingresos laborales. Esto es relevante de cara a la propuesta de reforma laboral que presentó el Gobierno, pues tememos que genere incentivos que resulten en una menor capacidad de creación de empleo formal y, en consecuencia, en una mayor concentración de las personas ocupadas en el trabajo por cuenta propia.
¿Cuáles son las perspectivas para 2023? Este año será complejo en materia económica para Colombia. A pesar del camino recorrido en la recuperación, se espera una desaceleración, tanto por el panorama global, como por un comportamiento normal de la economía. En Anif tenemos expectativas de crecimiento para 2023 cercanas a 0,9%. Esto conduce a que la capacidad de la economía de generar puestos de trabajo sea baja para los meses siguientes, especialmente durante el segundo semestre del año.
Para el mes de abril que recién culminó, nuestras proyecciones indican una tasa de desempleo entre 10,2% y 10,7%, lo que representaría una disminución de entre 0,5 pps y 1 pp en comparación con abril de 2022 (11,2%). Sin embargo, advertimos que difícilmente este comportamiento será duradero.
Por otra parte, como hemos mencionado en repetidas ocasiones, uno de los principales obstáculos que afronta el mercado laboral colombiano es la desconexión que existe entre la legislación laboral y las realidades del mercado de trabajo. La reforma que se plantea, al buscar poner más condiciones y obstáculos a la hora de la contratación formal, acentúa esa problemática y genera incentivos perversos para que se genere empleo informal en mayor medida o, incluso, desempleo.
Es necesario recordar que el empleo del país se concentra en el trabajo por cuenta propia y en las microempresas. De acuerdo con datos de la Geih de 2022 del Dane, 66% de las personas ocupadas trabajaba como cuenta propia o en establecimientos con 10 o menos empleados. Estos son negocios que hacen parte del diario vivir de los colombianos y que cuentan con capacidades muy limitadas para cumplir a cabalidad con los costos laborales que implica la formalidad.
En el caso del trabajo por cuenta propia, en gran medida se compone de personas que, por la necesidad de conseguir medios para vivir y la falta de oportunidades que enfrentan para conseguir empleo, han tenido que recurrir a lo que se denomina “emprendimiento de subsistencia”.
Por ejemplo, 78% de los trabajadores por cuenta propia tiene ingresos laborales mensuales menores o iguales al salario mínimo y este es también el caso de 67% de las personas que se encuentran ocupadas en negocios con 10 o menos trabajadores.
La baja productividad que se suele presentar en estas formas de trabajo limita su crecimiento y pone en evidencia las dificultades para cumplir con rigideces que implica la formalidad. En contraste, las empresas de mayor tamaño contratan a la gran mayoría de sus empleados con ingresos superiores o iguales al salario mínimo, pero tan solo poseen 34% del total de trabajadores del país.
De manera similar, 80% de las personas que trabajan por cuenta propia no cuentan con ningún tipo de contrato. En los negocios más pequeños, con 10 o menos trabajadores, solo 22% tiene un contrato a término fijo o a término indefinido. En cambio, dentro de las empresas de más de 10 empleados, más de la mitad de los trabajadores cuenta con contratos a término indefinido, que es acorde a trabajos formales con ingresos superiores o iguales al mínimo.
Por tanto, la alta acumulación de personas en el trabajo por cuenta propia y en negocios muy pequeños de baja productividad impide que puedan hacer frente en muchas ocasiones a rigideces presentes en la normativa laboral, quedando así en condiciones precarias como la informalidad y, por tanto, desprotegidos de la seguridad social. Es necesario tener presente que la contratación formal implica costos adicionales para los empleadores que van mucho más allá del salario que devengan sus trabajadores. De igual manera, quienes trabajan de forma independiente enfrentan mayores costos para formalizarse, los cuales son altamente regresivos, pues para quienes tienen menores ingresos es más costoso cotizar a seguridad social como proporción de su ingreso.
Además, existe evidencia de que la reducción de las contribuciones sobre la nómina por medio de la ley 1607 de 2012 generó efectos positivos para la contratación formal. Desde esa época disminuyó el empleo por cuenta propia informal, que era la posición ocupacional predominante y fue reemplazada por un aumento relevante del empleo particular formal.
Por consiguiente, se teme que las propuestas de la reforma sigan fragmentando el mercado de trabajo y sirvan para beneficiar a aquellos pocos que ya se encuentran en buenas condiciones, a costa de excluir a quienes presenten mayores dificultades para cumplir con estas normas, limitando aún más la capacidad de crecimiento de los negocios más pequeños, la creación de nuevas empresas y como resultado impidiendo la creación de más y mejores empleos.
Hacemos un llamado a que la discusión de la reforma incluya a las diferentes organizaciones, centros de pensamiento, agremiaciones y sindicatos que hacen parte del debate, pero también a los trabajadores formales e informales, a los trabajadores por cuenta propia, a los desempleados y a los pequeños empresarios, para que así el articulado final se construya atendiendo a las dinámicas y necesidades propias del mercado laboral colombiano. De nada sirve una reforma llena de buenas intenciones en el papel si termina afectando negativamente a los trabajadores a la hora de materializarse.