Cuatro lecciones de economía contra el socialismo
La economía es la ciencia de las decisiones humanas (lo no humano no decide; incide), en tanto que te cuenta cuál es la mejor de entre las alternativas que uno tiene a la mano.
Primera lección: No puede darse ciencia económica sin libertad pues solo el hombre libre está en condiciones de hacer frente a decisiones. Del esclavo a tiempo completo, o del que lo disfruta a ratos, es costumbre obedecer, nunca decidir. Por esta razón no hay visos de economía como disciplina autónoma antes de Adam Smith y de la revolución en Norteamérica. No porque desde entonces todos los hombres actúen en libertad, sino porque solo desde entonces, todos los hombres pueden actuar en libertad.
El hombre libre elige, y al elegir, renuncia. Y esto ocurre por la sencilla razón de que uno no puede estar en misa y repicando; no se conoce a nadie que pueda estar en dos sitios a la vez y no sea un dios. Elegir es renunciar, y renunciar es asumir, así nos empeñemos en mirar para otro lado, que hay cosas que se pierden cada vez que otras se ganan.
Segunda lección: Por miedo a haber errado el tiro y prolongar el enfado más de la cuenta, pocos deciden ponerse en evidencia y saber lo que pierden con cada cosa que ganan. Sigamos adelante. Toda elección implica una renuncia y el valor de la elección anda siempre en consonancia con el valor de la renuncia. Me explico más despacio. Por ejemplo, si por pasar tiempo contigo renuncio a mirar las nubes, el valor de estar contigo será tan pequeño como el placer que me incita ver pasar las nubes.
Pero si por estar contigo soy capaz de renunciar a un negocio redondo, el valor de pasar tiempo contigo se redoblará hasta ponerse a la altura del negocio rechazado.
Tercera lección: Toda decisión conlleva un precio igual o superior al valor de la renuncia. Llegados a ese punto donde todo tiene un precio; hagamos la pregunta del millón: ¿qué explica, entonces, que tanta gente crea que existen bienes que pueden ofrecerse de manera gratuita? Muy sencillo. Ocurre porque a la hora de elegir el bien gratuito están renunciando a un bien que no ven, que no tocan, que no presienten: ese bien se llama libertad, y por culpa de la mediocridad en la que vivimos alegremente instalados podemos llegar a deshacernos de ella sin apercibirnos.
Puesto que la libertad solo se reconoce cuando se ha perdido, y en muchos casos ni así, pocos son los que se percatan de ella cuando la ponen al servicio del canje.
Cuarta lección: Todo tiene un precio, y allí donde no hay precio, tú y tu libertad sois ese precio. Llegados hasta aquí podrás sopesar por qué al socialismo le encanta brindarte de bienes de manera gratuita: no busca que muchos tengamos libre acceso a esas mercancías de forma universal y obligatoria, como así se empeña en incitar con su propaganda, lo que pretenden, en cambio, es que tú, a cambio del bien gratuito, te veas obligado a renunciar, sin apercibirte, de la única defensa que tienes para enfrentar su tiranía: tu LIBERTAD.