Analistas 18/12/2021

¡A Gozar!

Ariel Bacal
Consultor empresarial

Esta salida de la pandemia ha estado muy ruda. Uno siente que no entiende nada, que el mundo cambió, que todos hablan de cosas que no tienen sentido. Se me parece a esas mañanas después de una rumba con “guaro directo de la botella” que al otro día uno no sabe quiénes son todas esas personas que viven con uno en la casa y qué idioma hablan. O, peor aún, toda esta locura es parecida a levantarse después de una rumba y darse cuenta de que uno no está enguayabado, sino más bien sigue “rascado”, que “tiene la pea viva”, como dirían en Venezuela.

Que la inflación regresó para quedarse; que hay escasez de productos y materias primas; que si el Bitcoin, Ethereum y otras criptomonedas; que si los tokens fungibles y no-fungibles, los NFT, los DAO, el Metaverso, la gente comprando activos de propiedad raíz en mundos virtuales.

Antes de la pandemia yo me sentía orgulloso de que entendía, a 100.000 pies de altura debo decir, lo que es Inteligencia Artificial y Machine Learning. Ahora me encuentro en conversaciones en donde lo que hago es mover la cabeza haciendo como si entendiera, repitiendo la frase “que interesante” pero pensando “¿será que soy bruto?” o “no tengo ni la más puta idea de lo que este tipo me está hablando, pero voy a hacer mi mayor esfuerzo para que no se note”.

Me encantaría poder explicarles en este artículo lo que es cada uno, pero sería un esfuerzo inútil pues no me siento capaz de hacerlo con propiedad. Pero también siento que decir que todo es parte de una burbuja y que pronto va a explotar y volveremos a la realidad como la conocemos, es una actitud muy simplista.

No olvidemos que en la realidad que conocemos y en la cual nos sentimos a gusto estamos rodeados de conceptos etéreos que son más bien construcciones mentales. Yuval Harari sostiene que una de las características del Homo Sapiens es su capacidad de inventar y compartir historias ficticias y así lograr niveles superiores de cooperación que otras especies no lograron.

El arte, la religión, la literatura, las nacionalidades y fronteras son todos construcciones mentales propias de nuestra especie. Pero también el dinero, las marcas, las sociedades anónimas son ficciones útiles que nos sirven para construir sistemas económicos sólidos. El hecho de que sean útiles y que todos las entendamos no quiere decir que no sean ficciones.

Por eso lo mínimo que uno debe tener ante toda esta locura es algún tipo de curiosidad escéptica. Desconfiar de los que repiten que las criptomonedas van a reemplazar a las monedas de curso legal pero también no descartar que de todo este sancocho va a quedar algo de carne para comer cuando sirvan el seco.

Con todos estos cambios se me viene a la mente una idea de un profesor de estrategia. Él decía que durante la burbuja de las primeras compañías puntocom en USA al final del siglo pasado, muchas personas se burlaban de la cantidad de plata que se perdió y de lo ridículo que sonaba todo. Pero se necesitó esa locura y desorden para que salieran empresas como Amazon, ebay y Paypal, que han generado más valor que toda la plata que se perdió en ese momento.

La innovación en el mundo empresarial es enredada, costosa y se parece más a una dura destrucción creativa que a un camino recto y pavimentado, y la realidad que entendemos también está llena de construcciones mentales que en algún momento sonaban ridículas.

Por eso ante toda esta nueva realidad tenemos dos opciones: o le paramos bolas y vemos qué queda de todo esto o aplicamos lo que dice Carlos Vives en su última canción: “Pa’rriba, pa’bajo, pa’l centro y pa’dentro, sírveme otro más que a mi casa no llego” Mejor dicho, o nos la tomamos en serio y nos la tomamos en las rocas. ¡Salud!

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