En su obra Fooled by Randomness (“Engañado por la Aleatoriedad”, publicado en 2001), el estadístico y trader Nassim Taleb hizo popular el término “Cisne Negro”, para referirse a eventos improbables que sorpresivamente ocurren, causando efectos monumentales.
Precisamente, el 14 de septiembre conocimos con asombro un ataque -utilizando drones armados y difícilmente detectables- contra la infraestructura petrolera clave de Arabia Saudita, incluyendo la instalación de procesamiento de petróleo más grande del mundo. El atentado afectó su producción de 5,7 millones de barriles de petróleo diarios (la mitad de la producción saudí y cerca del 6% del suministro mundial). Este evento marca la interrupción del mercado petrolero más grande desde la primera Guerra del Golfo en 1990, donde la producción de la Opep cayó inicialmente en 3,8 millones de barriles diarios. De hecho, es el corte de suministro absoluto de petróleo más grande de la historia.
El precio del crudo tuvo la subida más pronunciada en los últimos 30 años al incrementarse en casi un 15%, aunque poco después volvió a bajar, incluso por debajo del precio antes del atentado. En contraste, el conjunto de reservas con las que contaba el país más los anuncios de Arabia Saudita de normalización de la situación a finales de mes dieron cierta tranquilidad al mercado, donde los precios de los futuros de las referencias Brent y WTI se estabilizaron alrededor de los US$59 y US$54 por barril, respectivamente. No obstante, los sucesos dejaron en evidencia la sensibilidad de los precios ante la ocurrencia de este tipo de “Cisnes Negros”, con lo que no se descarta un posible escalamiento de tensiones en la región.
Asimismo, el ataque dejó entrever la vulnerabilidad de la infraestructura petrolera de Arabia Saudita, por lo que es probable presenciar un incremento de los precios del crudo ante los riesgos que representa. De igual forma, es probable que los gobiernos usen reservas estratégicas con el fin de lidiar con la incertidumbre. En consecuencia, el sector se ha desvalorizado significativamente en los últimos años y se valora de forma atractiva en relación al mercado en general, a otros sectores y la propia historia del sector.
Ya antes del atentado se había observado una recuperación de los precios del petróleo desde el cuarto trimestre de 2018, a pesar de las crecientes preocupaciones sobre el crecimiento económico mundial. Paradójicamente, a pesar de la mejora en los precios del petróleo en lo que va del año (8% para el Brent; 18% para el WTI), las acciones de energía han registrado un desempeño significativamente inferior a otros sectores bursátiles (el índice MSCI ACWI Energía lleva un desempeño de 2% en lo que va del año, versus más de 15% para el MSCI ACWI que incluye a todos los sectores). Lo anterior presenta la oportunidad de inversión, con acciones de energía valoradas de forma atractiva en relación con: el precio del petróleo, su propia historia y mercados de renta variable más amplios.
Durante los próximos 12 meses, la prueba real para el sector energético se mantendrá enfocado en su generación de flujo de caja libre, el retorno sobre patrimonio y la capacidad de mantener disciplina en el uso del capital. Esto debería ayudar a reconstruir la confianza del mercado y podría conducir a una nueva re-calificación de precios bursátiles. En ese sentido, el enfoque debiera estar puesto en empresas que muestran signos de una fuerte disciplina de capital, de mayor capitalización de mercado, con costos menores que el promedio y balances más fuertes.