Mayores de 50 años, en plena "media" juventud
Hace poco cumplí años y en medio de las reflexiones que genera un nuevo año de vida y sabiendo que ya me encuentro en el rango alto de edad de mi organización, pensé acerca del desarrollo del ser humano y en las oportunidades que tenemos para lograr una vida productiva, prolongada y saludable; elementos que se determinan por la manera en cómo hemos vivido y por el impacto que hemos dejado en la sociedad, en el entorno, en nuestras propias vidas y en las de nuestros seres más cercanos.
Es aquí donde inicia parte de mi reflexión. Analizando profundamente el tema del empleo en Colombia -Uno de los que más me genera atención- por ser un componente indispensable para mantener la senda de la recuperación de nuestro país, en un año en el que convergen distintos retos económicos, sociales y políticos, reafirmo la responsabilidad que tengo como empresaria de mantener y acelerar la recuperación de los puestos de trabajo, especialmente en los grupos poblacionales que fueron más vulnerables en años pasados, como los jóvenes y las mujeres.
De acuerdo con lo anterior, también pienso, ¿qué es lo que ha sucedido con las personas que llegan a cierta edad y se vuelven fuerza laboral no priorizada? He oído en repetidas ocasiones que llegar a los 50 años es como empezar de nuevo. Sin embargo, está el otro lado de la moneda, en donde este número empieza a ser un impedimento para conseguir oportunidades laborales dado que las personas se perciben como sobrecalificadas para las posiciones y no necesariamente cuentan con las llamadas “nuevas habilidades”. Estas son algunas de las razones por las que hemos enviado al “olvido” a un segmento de personas que están en su pico productivo, que cuentan con relevante experiencia y compromiso y que, así como otras, aportan y enriquecen a las organizaciones con su talento. ¿Existe entonces la discriminación laboral por edad?
Según el DANE, en Colombia la población de 55 años y más, concentró el mayor aumento de inactividad en el país, con 558.000 personas a diciembre de 2021. Esta cifra significativa demuestra la gran problemática que está enfrentando el territorio nacional con respecto a este grupo etario, que está siendo dejado a un lado para el mercado laboral. Por esto es importante que consideremos acciones desde lo público y lo privado, para que, así como hemos priorizado a otros grupos teniendo impactos positivos de cara a la reactivación del empleo, pongamos sobre la mesa la conversación acerca de las oportunidades que requieren aquellos en plena “media” juventud, los cuales aún tienen mucho por aportar al crecimiento propio y del país.
No haber priorizado a estas personas anteriormente puede tener varias explicaciones. Primero, una mirada errónea del envejecimiento, pues debemos recordar que la expectativa de vida en el país ha aumentado considerablemente en los últimos años. Segundo, la falta de habilidades digitales y/o tecnológicas, para lo cual, desde las organizaciones, debemos incluir espacios de formación que sumen, fortalezcan y capaciten. Y tercero, la desalineación de incentivos para poder volver a hacer atractiva la empleabilidad de esta parte de la población.
La generación de empleo en Colombia debe seguir siendo una prioridad, por lo tanto, debemos continuar trabajando en la creación de espacios para quienes se vieron más afectados, en seguir impulsando a nuestros jóvenes y mujeres, pero también, en no dejar en el olvido a un grupo que, por su experiencia, es clave para el país: los mayores de 50. Así mismo, es necesario unir esfuerzos para generar estrategias no solo desde el sector privado sino también desde el sector público, que promuevan el mejoramiento de la calidad y la cobertura de la educación desde etapas tempranas de la vida laboral hasta la plenitud de la misma. También, es preciso seguir incentivando el “reskilling” y el “upskilling”, competencias que van a ser fundamentales durante este año para capturar el potencial de crecimiento y así mantener la senda de recuperación.
Quiero invitar a todos mis colegas y en general a los colombianos, a que abramos el espectro laboral y trabajemos juntos en pro de las buenas prácticas de contratación, que posibiliten la consolidación de relaciones laborales dignas y beneficiosas para todos los involucrados. Sigamos construyendo para favorecer a los más vulnerables y así lograr una fuerza laboral diversa, inclusiva y por supuesto; multigeneracional.