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¿Construir puentes? Difícil con Petro

Camilo Guzmán

El comercio no es otra cosa que el nombre que le damos al intercambio libre y voluntario entre las personas. Más allá de ser una fuente de prosperidad, es un enemigo de la violencia, la división y el odio. Cuando una transacción se realiza de manera libre y voluntaria, se convierte en un maravilloso juego de suma positiva, donde ambas partes terminan en una situación mejor que al inicio. De no ser beneficioso para ambos, simplemente no se llevaría a cabo. Michael Novak describía el comercio como “la actividad cotidiana que permite interdependencia y coadyuva al bien común. Es típicamente más integradora que la política, el nacionalismo, la religión o la conquista. Su naturaleza es social, al igual que su función y las virtudes que inculca”.

Hugo de San Víctor, teólogo de la Edad Media, afirmaba que “el comercio penetra los lugares secretos del mundo, alcanza tierras invisibles, se adentra en parajes inhóspitos y lleva adelante las transacciones de la humanidad en lenguas ignotas y con pueblos bárbaros. La práctica comercial reconcilia naciones, apacigua guerras, fortalece la paz y conmuta el bien privado de los individuos por el beneficio común.”

La esencia misma del comercio es la antítesis de la política, que es esencialmente un juego de suma cero, un juego de estatus donde, para ganar, es necesario que alguien más pierda, y esto se aplica aún más a la guerra o la violencia. El presidente Gustavo Petro ha vivido inmerso en juegos de suma cero toda su vida, tanto en su pasado como en su presente. Esta es la única realidad que conoce, y ha formado su visión del mundo desde esta perspectiva. Para él, la única manera en que alguien obtiene algo es quitándoselo a otros, razón por la cual cree en la idea marxista de la explotación y está profundamente convencido -hasta el punto de ser inamovible- de que el lucro es malvado y que el sistema capitalista provoca inevitablemente pobreza y niveles de desigualdad intolerables. Por supuesto, ignora toda la evidencia que muestra que el planeta entero ha experimentado un gran enriquecimiento gracias al capitalismo, los mercados y el comercio. Estos hechos simplemente no existen en su realidad, y le es imposible comprenderlos, ya que nunca los ha experimentado en su vida.

Comprender esto es crucial no solo para entender por qué se opone radicalmente a las ideas del progreso y el capitalismo de libre mercado, sino también para reconocer que es imposible tener una conversación constructiva con él, y en consecuencia, construir consensos. Su discurso sobre el acuerdo nacional es, como casi todo lo que dice, una promesa vacía, que ni él mismo cree. Para construir acuerdos y alcanzar consensos es necesario entender cómo funcionan los juegos de suma positiva, los juegos de ganar-ganar. Petro siempre estará buscando un perdedor, un enemigo al que pueda derrotar y culpar de todos los males de la humanidad. Su enfoque no es construir, sino destruir. Esa es su naturaleza y a sus 64 años no va a cambiar. Por eso se siente más cómodo en la confrontación y radicalización de esta parte de su gobierno que en cualquier postura conciliadora y menos radical del inicio. Al principio, se aburría; ahora, se divierte más que nunca.

La postura de algunos gremios económicos ha sido intentar construir puentes con el gobierno, un esfuerzo totalmente inocuo. No se puede construir un puente con quien solo sabe destruirlos.

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