La libertad no es gratis
miércoles, 18 de diciembre de 2024
Camilo Guzmán
La libertad no se defiende sola. No basta con simplemente tratar de sobrevivir cuando el entorno -el país- se viene abajo. Colombia está pidiendo a gritos empresarios valientes.
Hace unos días, Ricardo Salinas Pliego, uno de los empresarios más importantes de México y dueño de Grupo Salinas, dio un discurso en Argentina que debería ser un llamado de atención para toda América Latina. Voy a permitirme citarlo textualmente, pues es una advertencia y un llamado a la acción para los empresarios en Colombia.
Dijo Salinas:
“En este tema de la batalla cultural y la batalla de las ideas, todos tenemos que jugar un papel. No son nada más los políticos, no son nada más los empresarios, son todos ustedes que están aquí. No vale hacerse el loco y decir ‘¿quién podrá salvarnos?’ Todos somos responsables de sacar esto adelante. Y mucha gente me dice: ‘Oye, ¿pero por qué no hay más empresarios como tú que den la cara?’ La mayor parte de los empresarios están muy ocupados resolviendo la vida a los clientes, no están haciendo política ni buscan cargos de elección popular. Y tienen razón. Pero yo les diría a todos mis amigos empresarios lo siguiente: si el entorno donde estamos operando se viene abajo, como se está viniendo abajo en mi país en estos momentos, nuestros negocios también se van para abajo.
Es de primero de primaria que, como empresario, si tienes un seguro contra incendios o contra inundaciones, ¿por qué no compras un seguro contra el entorno? A eso me refiero: hay que meterle lana a los medios y a las personas que están dando la lucha por la batalla cultural. Yo ahí sí convoco a los empresarios: no sean codos y amarrados. Aprendan a gastar dinerito en apoyar y financiar a quien tiene buena causa. Es un ahorro malentendido no usar una buena parte de nuestras utilidades en apoyar a las personas que están dando la batalla cultural.”
Hoy los empresarios en Colombia tienen tres opciones: no hacer nada, únicamente financiar a los líderes políticos o invertir en la batalla cultural.
La primera opción es la pasividad. Muchos creen que concentrarse en sus negocios los mantiene al margen del deterioro social y político. Es un error. Cuando el entorno económico y cultural colapsa, los negocios son los primeros en caer. Así lo demuestra Venezuela, donde la falta de acción empresarial dejó el camino libre para que un régimen populista destruyera al país.
La segunda opción es confiar en los políticos. Pero en democracia, los políticos siguen las encuestas, no las ideas. Si la gente pide más Estado, más impuestos y menos libertad, los políticos -todos, de derecha o izquierda, buenos, regulares o malos- lo ofrecerán para ganar votos. Como bien lo demostraron James Buchanan y Gordon Tullock, los políticos solo tienen incentivos para hacer lo que sea políticamente viable.
La única opción sensata es financiar la batalla cultural. En Colombia, hay personas e instituciones que nos dedicamos todos los días a defender la libertad, el capitalismo, la función empresarial y las ideas del progreso. Además, alertamos sobre los peligros del socialismo, el estatismo y las políticas que frenan el desarrollo. Sin ese trabajo, el debate público estaría dominado por ideas que solo llevan al atraso y a la pobreza.
Si no estamos dispuestos a invertir en el cuidado de la libertad, preparémonos para cerrar nuestras empresas, salir huyendo y ver cómo Colombia queda condenada a la pobreza.