Necesitamos enriquecer a Colombia
miércoles, 17 de julio de 2024
Camilo Guzmán
Para lograrlo, debemos dedicar todos nuestros esfuerzos a cuidar la única base de la prosperidad: la libertad. Nos encontramos en un momento crítico para nuestro país. Colombia está en peligro, con un gobierno que, bajo la falsa bandera de la “justicia social”, promueve ideas que multiplican la pobreza, alimentan la desesperanza, expulsan del país a los mejores talentos, condenan al hambre y, al mismo tiempo, llenan de poder, dinero y privilegios a un pequeño grupo. Sin libertad, no hay crecimiento, no hay innovación, no hay futuro. No podemos permitir que estos enemigos nos derroten. No podemos dejar que nos quiten lo más valioso que tenemos: nuestra libertad.
Colombia hoy se enfrenta a dos enemigos de la libertad. En primer lugar, quienes nos gobiernan, trabajando para disminuir los niveles de libertad que los individuos pueden alcanzar. Atacan la propiedad y la iniciativa privada, tildan a quienes crean riqueza como enemigos a derrotar, vendiendo el lucro como algo inmoral y creando en el imaginario colectivo la idea de que los negocios, las empresas y lo privado son anti-derechos y casi un delito. Para aquellos que han vivido del trabajo ajeno, guiados por el resentimiento y la envidia, el individuo exitoso, el que se enriquece sirviendo a los demás, es un rival que les recuerda diariamente su propia mediocridad.
El segundo enemigo de la libertad es el miedo y el exceso de indignación. Estamos llenos de miedo. Ese miedo hoy domina nuestras conversaciones, se convierte en pesimismo y, peor aún, en parálisis. Muchos creen que todo está perdido, que no hay nada que hacer. El miedo que hoy nos invade es un enemigo de nuestra libertad porque nos controla, nos impide actuar e incluso nos impide pensar. Una sociedad llena de miedo es fácil de controlar, un ejército con miedo es fácil de derrotar, un equipo de fútbol que sale a la cancha con miedo es fácil de golear, una sociedad con miedo es fácil de convertir en esclava y de hacer renunciar a la libertad.
Históricamente, también hemos tenido miedo a ser libres. Desde hace varias décadas, hemos entregado nuestra libertad al Estado. Le hemos cedido la educación de nuestros hijos, confiando en que sabe mejor que nosotros qué deben aprender. En momentos de crisis económica, nuestra primera reacción ha sido pedir más intervención estatal, demandando subsidios, regulaciones y más gasto público para “reactivar la economía”. Incluso en la caridad hemos permitido que las instituciones estatales reemplacen la solidaridad y la cooperación voluntaria entre individuos.
Es hora de reflexionar sobre cómo hemos permitido que el miedo a la libertad nos lleve a renunciar a ella y entregársela al Estado. Es momento de recordar que la libertad es el camino hacia la mejor versión de nosotros mismos, proporcionando el entorno necesario para que cada individuo explore, desarrolle y exprese su potencial sin coacciones externas. Solo recuperando nuestra libertad podremos construir una Colombia próspera.
Si queremos enriquecer a Colombia, si queremos aumentar los niveles de bienestar de toda la sociedad, el único camino posible es defender con todas nuestras fuerzas la libertad y aumentar la cantidad de ella que los colombianos pueden abrazar. La libertad no es solo un ideal abstracto; es la base de una sociedad justa y próspera. Defenderla es nuestro deber, y es la única forma de asegurar un futuro brillante para Colombia.