“El capitalismo fracasó”, “los empresarios no quieren pagar impuestos”, estas y otras frases peores se repiten sin parar en cuanto espacio invitan al presidente Petro, su gabinete o a sus fieles defensores. El objetivo es claro destruir lo que queda de imagen y respaldo al sector empresarial. Hace unos días estuve en el congreso anual de un importante gremio escuché al Petro, al Ministro de Comercio, Ministro de Trabajo, al director del Sena y al asesor económico de Petro, Jorge Enrique Espitia. Todos sin excepción atacaron al capitalismo, a los mercados, y a las empresas especialmente a las grandes y exitosas.
El profesor Jorge Enrique Espitia, asesor económico de Petro repite en sus intervenciones una nueva peligrosa teoría, en donde argumenta que existe algo llamado desigualdad de ingresos de las empresas, y hasta ha medido el coeficiente de Gini empresarial. Lo que pretende Espitia es convencer al incauto de varias falacias: que algunas empresas son ricas y otras son pobres; que en Colombia la mayoría de los ingresos están en las grandes; y que sus ventajas las obtienen a costa de las pequeñas o pobres. Esta teoría se conecta a la perfección con el discurso de la “economía popular” de Petro, quieren desbloquear un nuevo odio de clases: el empresarial. Afirman que la gran empresa ha desplazado a la “economía popular” condenando al pobre y seguramente utilizarán semejante embeleco para promover la “igualdad” empresarial. Querrán cortarle las alas a las y quebrar a las empresas grandes y productivas, y a través de crédito barato financiado con deuda pública crear miles de microempresas improductivas que nos devolverán al menos 100 años y que traerán una crisis de oferta inimaginable que pondrá la inflación por los cielos.
Las empresas no son ni ricas, ni pobres, no concentran riqueza alguna, solo son grandes, medianas, pequeñas o micro, productivas o improductivas. Ninguna nació grande, llegaron a ese nivel porque fueron más exitosas a la hora de solucionar problemas y hacernos la vida mejor. Petro desconoce que las empresas deben someterse todos los días al plebiscito del consumidor que vota con su dinero para premiar aquellas que le agregan valor y castiga a las que lo dejan de hacer. Una nación progresa el día que las empresas avanzan: las micro se convierten en pequeñas, las pequeñas en medianas y las medianas en grandes. Colombia debería ser un país de muchos grandes empresarios, de historias de éxito, de movilidad social y de generación masiva de riqueza. Cada empresario debería ser tratado como héroe en la superación de la pobreza y en el aumento del bienestar social.
¡Pilas empresarios! No nos enfrentamos a un desafío electoral, a los colombianos los están convenciendo de una nueva cosmovisión en donde el político es héroe y el empresario villano. Estamos al frente de una batalla por las ideas y seguimos distraídos esperando que llegue un redentor.
En Libertank estamos dando la batalla, todos los días defendemos la función empresarial y reivindicamos al empresario como el héroe que todos los días nos hace la vida mejor. Lastimosamente, entre más crece la importancia de la misión, más disminuyen nuestros recursos. La libertad no se pierde por quienes se esmeran en atacarla sino por quienes no son capaces de defenderla.