Analistas 20/12/2023

Reflexiones para 2024

Camilo Guzmán
Director ejecutivo de Libertank

Colombia, indiscutiblemente, es una tierra repleta de talento y posibilidades. Sin embargo, se enfrenta a un reto mayúsculo: redirigir el curso de su historia. En Libertank, desde nuestra fundación en diciembre de 2020, nos hemos entregado a una misión trascendental: mejorar Colombia, transformándola de un país atrapado en la mediocridad hacia uno que abrace el progreso y la prosperidad.

Para allanar este camino hacia un futuro mejor, es imperativo que revisemos nuestra mentalidad y comportamiento social. En Libertank, nos esforzamos por cultivar una sociedad que no solo celebre el éxito, sino que también se identifique con él, reemplazando la mentalidad de víctima por una actitud de luchador incansable. Es crucial reconocer en el empresariado y en la iniciativa privada, no adversarios, sino héroes cuyos éxitos deben ser modelo a seguir, no blancos a derribar. De igual importancia es aprender de las estrategias y políticas que han catapultado a otras naciones al éxito, en lugar de limitarnos a replicar sus prácticas actuales.

En estos días de celebración y reflexión familiar, es propicio meditar sobre cómo podemos construir el país que anhelamos. Entre los temas a considerar, uno sobresale por su urgencia: la necesidad de transformar nuestra percepción del Estado. Ya en 1992, Plinio Apuleyo Mendoza advertía sobre la hipertrofia del Estado colombiano, describiéndolo como un gigante costoso y simultáneamente débil. Hoy, su análisis continúa siendo dolorosamente acertado. Atrapado en una burocracia asfixiante, la corrupción y la ineficiencia, el Estado se ha convertido en un obstáculo para el desarrollo del país.

Es hora de reconocer nuestra fascinación y dependencia excesivas hacia los políticos y el Estado. La sociedad colombiana tiende a otorgar a los políticos un estatus casi mítico, confiriéndoles un rol desmesurado en nuestras vidas y discusiones. Esta idolatría exacerbada contribuye a un Estado abultado e intrusivo. Frente a cada problema, recurrimos al Estado, y una gran parte de nuestras actividades, desde la educación y la salud hasta la cultura y los negocios, dependen excesivamente de su intervención y presupuesto.

Para revertir esta situación, es esencial fomentar una cultura en la que ciudadanos, empresas privadas y la sociedad civil sean reconocidos como los verdaderos motores del progreso. Es crucial adoptar una nueva visión del Estado: no como un proveedor omnipresente, sino como un facilitador que permite a sus ciudadanos y empresas prosperar por mérito propio. Debe actuar como un árbitro justo, no como un jugador.

La sociedad civil debe asumir un papel más protagónico, y es imperativo que los empresarios despierten a la realidad de que su participación activa en la defensa del libre mercado es crucial. De lo contrario, enfrentarán un futuro en el que su riqueza acumulada no será suficiente para protegerlos de un Estado opresor. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de configurar un Estado que sirva eficientemente a sus ciudadanos, no que los oprima con su peso y burocracia.

El desafío de cambio que enfrentamos es monumental, pero no imposible. Como nación, debemos decidir: ¿permaneceremos en el camino de la dependencia y la mediocridad, o nos atreveremos a tomar las riendas de nuestro destino para construir un futuro de libertad, innovación y prosperidad?. Iniciemos 2024 imaginándonos una nueva relación con el Estado.

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