Analistas 24/09/2025

Colombia: ¿una economía coja?

Carlos David Alape Gamez
Economista y candidato a magíster en Economía Aplicada Universidad de los Andes

La economía colombiana muestra un desequilibrio estructural que los datos confirman con crudeza, en la siguiente grafica se puede apreciar que el consumo y el gasto público crecen, pero la inversión fija sigue rezagada. A junio de 2025, el gasto de los hogares se ubica 24,8% por encima del cierre de 2019 y el del gobierno en 16%, mientras que la inversión fija permanece 5% por debajo del nivel prepandemia. El PIB total apenas logra un avance, sostenido por la demanda interna, pero sin el respaldo de un motor productivo sólido.

El peso colombiano, aunque ha mostrado una apreciación en las últimas semanas, también revela esta fragilidad si se compara con sus monedas pares de la región. Mientras el tipo de cambio en Colombia ha llegado a ser de $3.861, en México y Perú ha llega a $3.208 y $3.437 pesos por dólar, incluso cuando el índice DXY cayó de 106 a 97 puntos, señal de debilitamiento global del dólar. Países como México y Perú aprovecharon ese entorno con monedas más estables. Si bien el dólar esta en sus niveles mínimos; mayores presiones en las finanzas pública y la llegada de un candidato presidencial no promercado haría que lo que hoy es una contundente depreciación del dólar se convierta en una apreciación nominal, reflejando un castigo idiosincrático que nada tiene que ver con factores externos.

En los mercados de deuda, las señales son aún más claras. Los CDS a 5 años de Colombia se mantienen entre los más altos de la región, por encima incluso de Brasil, pese a que este último enfrenta desequilibrios fiscales más severos y cuenten con la misma calificación internacional. A esto se suma el volumen creciente de TES, más de $662 billones en circulación, de los cuales $416 billones corresponden a tasa fija en pesos, $209 billones a UVR y $38 billones a TCO. La concentración de vencimientos entre 2027 y 2034 -más de $250 billones- anticipa una pesada carga de refinanciamiento justo cuando las condiciones financieras son más adversas.

El déficit fiscal proyectado en el Marco Fiscal de Mediano Plazo tampoco da tregua. Tras cerrar 2023 en -4,2% del PIB, el desbalance se ampliará a -6,7% en 2024 y -7,1% en 2025, para corregirse solo gradualmente a -4,9% en 2027. Sin un ancla creíble, la deuda pública se convierte en un factor adicional de incertidumbre que amplifica la prima de riesgo.

El efecto crowding out ya es evidente. La curva de spreads entre deuda pública y corporativa a septiembre de 2025 muestra que el Estado paga más de 90 pbs adicionales en plazos cortos, y aún entre 40 y 50 pbs en horizontes de 5 a 10 años. Esto significa que el soberano compite directamente con el sector privado por el ahorro disponible, desplazando inversión productiva y encareciendo el crédito empresarial.

También, el cuadro regional subraya un problema, mientras México capitaliza el nearshoring y Chile conserva primas de riesgo coherentes con su calificación, Colombia enfrenta un deterioro relativo en varios frentes, como la deuda, los spreads y el riesgo país. La inversión, que debería apuntalar el crecimiento, es la gran ausente. La consecuencia es un crecimiento potencial que se reduce año tras año, comprometiendo la capacidad de elevar el ingreso per cápita y mejorar el bienestar de los hogares.

La salida no está en discursos tranquilizadores ni en promesas de corto plazo. Colombia necesita recuperar la confianza con tres pilares: disciplina fiscal realista (responsabilidad de mediano y largo plazo), estabilidad regulatoria y un marco tributario que incentive la inversión privada. Hasta entonces, los mercados seguirán leyendo en nuestros CDS, en el saldo de TES y en la debilidad de la inversión fija no simples cifras, sino la evidencia de una economía atrapada en un túnel sin luz evidente.

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