Analistas 19/10/2025

El “Leviatán” eficaz que tiene Colombia

Carlos David Alape Gamez
Economista y candidato a magíster en Economía Aplicada Universidad de los Andes

El Estado colombiano se evalúa cada año a través del Índice de Desempeño Institucional (IDI), elaborado por el Departamento Administrativo de la Función Pública, Dafp. Esta medición anual examina su capacidad para gestionar el talento humano, los recursos públicos, la transparencia, el gobierno digital, el control interno y la cultura organizacional. Los resultados permiten identificar avances y también rezagos en la construcción de un Estado más eficiente y efectivo, lo que deja entrever el Leviatán eficaz que tiene Colombia.

El IDI 2024 revela un país que avanza, pero de manera desigual. El promedio nacional se ubica en 86,7 puntos, aunque la distancia entre los departamentos evidencia profundas brechas. Tolima, con 96 puntos, encabeza el desempeño institucional, mientras Caldas, con 52,4 puntos, se sitúa en el extremo opuesto. Entre ambos se encuentran La Guajira (93,3), Cundinamarca (88,1), Bogotá (87,1) y Valle del Cauca (87,9). Estas cifras, expresadas en puntos promedio, muestran que el país combina territorios con instituciones sólidas y modernas con otros que aún requieren atención urgente para consolidar sus capacidades públicas.

El análisis por dimensiones permite comprender mejor el panorama. En servicios ciudadanos digitales, los promedios van desde 45 puntos en Tolima hasta 12,5 puntos en Caldas. En servicios y procesos eficientes, Bogotá alcanza 51,5 puntos, mientras Norte de Santander registra 18,0 puntos. En calidad del componente cultural, Tolima obtiene 100 puntos, pero el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina apenas 50 puntos. Estas cifras representan promedios ponderados que reflejan la capacidad institucional de cada territorio para ofrecer servicios públicos de manera eficiente, eficaz y efectiva.

El contraste territorial evidencia que la modernización del Estado colombiano no avanza al mismo ritmo en todo el país. Tolima y La Guajira muestran que es posible alcanzar altos niveles de desempeño incluso fuera de los grandes centros de poder, mientras que departamentos como Caldas, Norte de Santander y el Archipiélago enfrentan debilidades estructurales que limitan su efectividad institucional. Estos territorios no deben ser vistos como casos perdidos, sino como áreas estratégicas donde el fortalecimiento de capacidades puede tener el mayor impacto en la cohesión del Estado.

El diagnóstico coincide con las preocupaciones de Juan José Echavarría sobre la pérdida de consenso institucional y con las advertencias de Leopoldo Fergusson frente al crecimiento de un Leviatán ineficiente. El IDI muestra que la brecha ya no es solo económica o social, sino también institucional y tecnológica. Mientras algunos territorios logran articular políticas digitales y modelos de gestión más eficaces, otros siguen atrapados en estructuras burocráticas que impiden una gestión pública efectiva.

Una nota positiva surge del componente cultural, que evalúa valores organizacionales, liderazgo y ética pública. Ningún departamento baja de los 50 puntos, lo que indica que el compromiso y la integridad siguen siendo pilares del servicio público, incluso en entornos con bajos niveles de digitalización o eficiencia operativa. Sin embargo, esta fortaleza simbólica necesita traducirse en resultados tangibles: una cultura sólida sin gestión efectiva termina siendo un capital desaprovechado.

El IDI 2024 debe asumirse como un llamado a la acción. Los territorios con menores puntajes representan una prioridad para la política pública, no por su debilidad, sino por su potencial transformador. Invertir en ellos es invertir en la legitimidad del Estado, en su capacidad para cumplir con eficacia sus funciones y en la reconstrucción del consenso nacional sobre el valor de lo público.

El Estado colombiano no necesita ser más grande, sino más eficiente, eficaz y efectivo. Y esa meta comienza con reconocer que los datos del IDI no son solo estadísticas, sino el espejo donde el país puede ver sus desigualdades, sus fortalezas y, sobre todo, las oportunidades para recuperar un consenso institucional que funcione en todos los territorios del Leviatán colombiano.

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