Infancia robada: ¡Ojo con el trabajo infantil!
El trabajo infantil ha sido un problema social en decenas de países y criticado por organizaciones internacionales como la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Sin embargo, en países en desarrollo como Colombia, esta situación continúa siendo un problema social que, pese a las políticas públicas creadas para reducir el tamaño de esta población, no se observa una reducción eficiente.
Diversos estudios se centran en cómo el capital humano de un país puede verse profundamente afectado por la falta de esfuerzo político y legislativo para crear programas sociales sólidos que garanticen la disminución de esta población, la cual tiende a desarrollar trabajos que, si bien pueden ser remunerados, existen aquellos que no lo son.
En Colombia, de acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) para 2023, se encuentran 10.662 niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17 años, de los cuales 3,4% trabaja. Sin embargo, 8,72% de esta población realiza trabajo doméstico y de cuidado, no remunerado, por 15 horas o más a la semana.
Esto sugiere una alerta, ya que esta situación hace que los niños, niñas y adolescentes de una economía se vean inducidos en el denominado ciclo de la pobreza. Las horas que estos dedican a un trabajo no pueden ser aprovechadas en actividades que exploten su potencial y talento, reduciendo así la probabilidad de que puedan mejorar su calidad de vida en el futuro.
Si bien es cierto que la tasa de trabajo infantil ha venido reduciéndose desde 2012, la velocidad de esta reducción ha sido inferior a un punto porcentual (p.p.) por año. De hecho, durante la pandemia en 2020 y 2021, esta tasa aumentó en 0,2 p.p.
Sin embargo, durante 2022 y 2023 se consiguió una reducción, pasando de 11% a 10%, respectivamente. Por ello, es necesario realizar un esfuerzo significativo para aumentar la velocidad de reducción de esta tasa, ya que el trabajo infantil puede tener consecuencias adversas para la salud y el bienestar de los niños, limitando su capacidad para contribuir productivamente a la economía colombiana en el futuro.
Los datos sugieren que la principal razón por la que los niños, niñas y adolescentes deciden trabajar es la percepción de necesidad económica en sus hogares, lo cual los motiva a trabajar y estudiar, aunque potencialmente terminan abandonando sus estudios.
Esta relación entre necesidad económica y abandono escolar no es un problema sencillo de resolver, dado que conseguir el retorno de esta población es sumamente complejo. Además, pueden verse propensos a experimentar el consumo de sustancias psicoactivas, embarazos no deseados y explotación laboral.
En síntesis, a pesar de la reducción gradual en la tasa de trabajo infantil en Colombia, es imperativo intensificar los esfuerzos para acelerar esta disminución. Es esencial implementar medidas que mejoren las condiciones económicas de los hogares más vulnerables, facilitando así una mayor retención de niños, niñas y adolescentes en el sistema educativo y reduciendo su participación en el sector productivo, tanto en actividades remuneradas como no remuneradas.
La conexión entre la necesidad económica y el abandono escolar debe abordarse con urgencia, mediante la creación de programas sociales sólidos que garanticen oportunidades educativas y económicas para esta población, evitando así que caigan en el ciclo de la pobreza y sus consecuencias adversas, como la explotación laboral y los riesgos asociados.