Muchas veces se ha dado que para un buen mercado se presenten malas o inadecuadas ofertas, como está sucediendo en el caso colombiano cuando se trata de temas como el marketing político y social.
El mercado espera, desea y busca una oferta adecuada para continuar el ritmo de mejoramiento continuo de todo el sistema y nivel de vida que llevaba, pero las ofertas que hacen quienes han sido elegidos para los cargos públicos no son adecuadas, como puede apreciarse por las manifestaciones y demostraciones de inconformidad y rechazo, lo cual afirman las múltiples encuestas sobre el desempeño, los logros y lo que pretende el gobierno nacional, principalmente, porque en casos regionales se aprecia una situación mercadológica diferente.
Son varios los casos en los cuales se da el hecho de existir un buen mercado, con clientes fieles, pero una oferta basada en productos malos. En estos casos los clientes emigran hacia otros escenarios si no se mejora rápido la oferta.
También se ha dado y se da, el caso contrario, o sea, una buena oferta que desaparece por no lograr desarrollar el mercado, pero que es verdaderamente deseada, dándose ello bien sea por haber sido presentada cuando no se debía, por acciones de la competencia, por regulaciones de tipo legal, por incapacidad económica del mercado, por errores en la distribución, inexistencia de inventarios, etc., como fueron la pintura insecticida y otros.
Definitivamente estamos ante malas ofertas para un buen mercado
Hay ofertas basadas en productos obligatorios no deseados, para las cuales el desarrollo de los mercados tiene características interesantes, pues el hecho de tener que acudir a ellos, aunque no se deseen, permite actuar de ciertas maneras con los clientes y prospectos. Es el caso de los servicios exequiales, algunos exámenes médicos, los cofres de cenizas y otros.
Existen otras cuyos productos son deseados pero no buscados, porque se requieren de manera repentina u obligatoria, como cirugías y algunos medicamentos.
Son muchas las formas de clasificar las ofertas y sus productos, cuando de mercadeo se trata, por lo cual la manera de implementar el accionar para formar y mantener los clientes no es la misma en todos los casos. Esto llevó al profesor James Culliton en 1948 a hablar del marketing como un recetario de cocina, que se utiliza dependiendo de las circunstancias y los invitados, necesitándose una variedad adecuada de fórmulas para satisfacción del mercado, y para que Neil Borden hablara más adelante de la Mezcla de Mercadeo, que Jerome McCarthy convirtió en las 4 Pes.
Tangibles e intangibles, perecederos y no perecederos, de consumo e industriales, de primera necesidad y otros, de demanda primaria y de demanda derivada, de conveniencia, materias primas, componentes, de comparación, especializados, y más, son algunas de las maneras de clasificar los productos que se ofrecen para la toma de decisiones.
Otro caso triste es el del fútbol colombiano por tener un producto en decadencia por la acción que desarrollan quienes tienen a cargo el proceso de producción. Un mercado que quiere y desea un buen producto, pero que ve día a día cómo se deteriora por jugadores “payasos”, fingiendo y tratando de engañar permanentemente, la mirada permisiva y la actitud de los árbitros, comentaristas hinchas, y más.
Definitivamente estamos ante malas ofertas para un buen mercado.