Analistas 13/10/2018

Colombia y mercadeo

Carlos Fernando Villa Gómez
Consultor de Mercadeo

El derrumbe de las barreras de comunicación y la globalización de los mercados han hecho que las distancias se acorten y se acaben las fronteras en muchos sentidos, tanto para el turismo como para exportadores e importadores, habiéndose generado un mercado abierto para todos, en la mayoría de los casos.

Al mismo tiempo se han abierto las puertas para los inversionistas del mundo entero, quienes han mirado al país, en nuestro caso, desde muchos ángulos y con muy variados ojos: bien, mal y neutral.

Otrora empresas colombianas ya no lo son desde el punto de vista accionario: Éxito, Avianca, Coltejer, Bavaria, Caracol, etc., son ejemplo de ello. Y han llegado inversionistas, empresas y marcas para y en todos los sectores: alimentos, restaurantes, almacenes, bancos, automóviles, ropa, y hasta café.

En lo que éramos dizque los mejores, encontramos competidores de todo el mundo, desde lugares que ni imaginábamos, porque internet lo ha hecho posible.

El éxito de las marcas que salen y llegan, nacionales o extranjeras, depende de muchos aspectos; pero uno de los más importantes, por no decir el más, es la percepción que se tiene y/o genera en las mentes de los clientes y prospectos, pues más allá de políticas, normas técnicas y similares, si el posicionamiento competitivo del país no es adecuado, los resultados no serán los mejores.

La mente humana es la que determina, como siempre lo ha hecho, si las cosas son buenas o no, lo cual depende de la formación de la persona y de la percepción que se genera con lo que se dice y se hace.

Es por ello que el posicionamiento competitivo de Colombia es fundamental, pues se convierte en elemento tranquilizador para el mundo. Pero hay que generarlo o crearlo, sin dejarlo a la interpretación selectiva de todos; hay que orientarlo primero, recordarlo siempre para mantenerlo, y ajustarlo cuando se requiera, usando para ello comunicaciones estimuladoras adecuadas, y refuerzos con hechos que lo respalden y confirmen.

Por eso causa preocupación la existencia de celos y desunión, de instituciones politizadas y, un regionalismo mal entendido, que es lo que trasciende como noticia al resto del mundo y hace que la realidad, que pocos reconocen y que busca cambiar el presidente Duque, sea responsabilidad de todos.

Colombia necesita que el mundo y los inversionistas la perciban por algún elemento básico y tres de apoyo; es decir, necesita un posicionamiento competitivo generado con base en un diferenciador de interés fuerte para la mayoría que se pretende atraer, complementado por tres más para sectores o mercados adicionales que se pretendan.

La marca país, como la denominan algunos, es cada vez más “tranquilizadora” para los mercados porque bajo circunstancias de alta competencia, aún en épocas de las llamadas de crisis, las marcas son las que el mercado debe tener con claridad en las mentes para actuar con tranquilidad. ¿Acaso no se siente más seguridad viajando, invirtiendo y comprando ciertas cosas yendo a algunos países que a otros, o invirtiendo y comprando ciertas marcas de determinados países que otros?

Colombia actúa más como un país de regiones, antes que nación. Y para competir, con un fuerte posicionamiento competitivo, debe ser primero una nación..., y ello implica que todos debemos estar preocupados por lograr que la percepción que se dé ella, sus gentes, marcas, productos y servicios sean percibidos adecuada y competitivamente.

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