El pasado, el presente y el futuro
Lo que sucede en el país, especialmente, y en el marketing, es una muestra clara de que existe una tremenda confusión sobre lo que son y significan el pasado, el presente y el futuro, pues vemos con asombro cómo se desconocen y menosprecian los hechos y casos ocurridos que deben servir de lección para evitar errores como el que vivimos los colombianos, y cómo se descuida el presente esperando pasivamente un futuro mejor, como si cayera del cielo, confiando en que el mercado sabrá identificar y reconocer las ofertas que más convienen sin que se explique con claridad lo que se ofrece para que se pueda tomar una decisión acertada y concreta.
El presente se vive con pasividad, como viendo los toros desde la barrera. Los hechos, ejemplos y análisis son de gran valía e ilustrativos, pues no son simples relatos sino lecciones para ser consideradas.
Sobre los tres se ha escrito, hablado y filosofado en todas partes, pero hay frases de célebres pensadores y poetas que vale la pena considerar.
Sobre el presente, hay muchas sobre lo que es y significa. Séneca dijo que “La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy”; Agatha Christie escribió: “Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único”, y el dramaturgo austríaco Arthur Schnitzler dijo: “Estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida”.
Acerca del pasado dijeron el filósofo español Jorge Santayana: “aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo”, el filósofo holandés Baruch Benedict Spinoza: “Si no quieres repetir el pasado, estúdialo”, y Gabo: “La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado”. Muy apropiada para lo que estamos viviendo es la del político británico Harold McMillan: “Deberíamos usar el pasado como trampolín y no como sofá”, y la de San Agustín, quien dijo que “el pasado ya no es, y el futuro no es todavía”.
Sobre el futuro, muchos se equivocaron tratando de predecirlo: Thom Watson, alto ejecutivo de IBM dijo en 1943: “creo que sólo hay mercado para cinco computadores”; un ingeniero de IBM en 1968 aseguraba que “los micro chips no sirven para nada”, y Ken Olson, presidente de Digital en 1977 opinaba que “no existe razón para pensar que alguien va a querer un computador en su casa”. El inventor Lee De Forest manifestó que: “aunque teórica y tecnológicamente la televisión es posible, comercial y económicamente es una utopía”. H. Warner, de Warner Brothers dijo en 1927: “¿quién diablos va a querer escuchar a los actores?” y un ejecutivo de la casa de grabación Decca aseguraba sobre los Beatles en 1962 que “no nos gusta escucharlos, además de que la música con guitarras se está acabando”.
Alfred Malabre, editor de The Wall Street Journal dijo en 1966 que “el muy productivo empleado del año 2000 estará trabajando solamente 37 horas a la semana”. ¡Ya casi!
Hay que actuar ya, si se quiere vivir para un futuro mejor, considerando el pasado, viviendo el presente, pero sin ser adivino, para no tener que repetir con Jorge Robledo Ortiz que “Siquiera se murieron los abuelos“.