Cuando lo que se planifica no genera los resultados esperados, causa inquietud escuchar a tantos afirmar que “es culpa del mercadeo”. También, cuando algo es contradictorio o atenta contra los valores, los principios y las creencias de la sociedad que caracterizan la cultura de la misma y generan los denominados códigos o patrones de comportamiento.
Se culpa a la actividad que genera y mantiene los mercados de lo malo que se hace, ve y escucha, generalizando, que es también una costumbre muy frecuente.
Lo malo es que muchas veces tienen razón quienes así piensan.
En 2005 escribió Seth Godin uno de sus best seller: “All Marketers are liars” (Todos los mercadólogos son mentirosos), el cual comienza con las frases “No me diga solamente los hechos, cuénteme, más bien, una historia”, y continúa, “Destáquese, sea consistente, sea auténtico”, para concluir con las siguientes tres: “Cuéntele su historia a la gente que está inclinada a creerle”, “El mercadeo es poderoso; úselo con inteligencia”, y “Viva las mentiras”.
Muchas consideraciones hace, y hemos hecho, sobre lo que apreciamos y lo que dice el libro. Igualmente, no son pocas las preocupaciones que ha generado lo que sucede en la actualidad, haciendo pensar si el título del libro es una realidad, y el mercadeo es o se está convertido en una serie de mentiras y malas prácticas, sobre todo con lo que ha ocurrido durante la pandemia y ahora con la incertidumbre que vive el país.
Dice Godin que cada ser humano vive sus propias creencias o mentiras, las cuales nacen de la vida diaria y las ocurrencias de cada quien. Porque cuando alguien opina que “es la mejor comida del mundo”, o “no hay otro igual”, o se le dice a una mujer, “eres la más bella del mundo”, y más, se está ante la realidad o ante una ilusión y valoración subjetiva que aunque se le diga a todos, no es absolutamente cierto; es una historia, una metáfora o una exageración aceptada por unos y otros, pero también rechazada por quienes no están de acuerdo.
En resumen, la vida se compone de historias que se van creando y desarrollando, en las cuales los protagonistas creen y disfrutan, pero que no son sino eso, historias contadas a quienes las creen o tienen la tendencia a hacerlo.
Pero de ahí, contarlas y vivirlas, a que en las acciones de mercadeo, especialmente en comunicaciones estimuladoras (léase publicidad y promociones especialmente) se digan y muestren cosas y situaciones irreales, que ni alcanzan a ser metáforas ni parábolas mas sí, muchas veces, demasiadas historias que son creídas por algunos pero rechazadas por la mayoría, dejan un manto de duda sobre cómo clasificarlas: historias fantasiosas que atraen, o mala práctica porque engañan.
Es que cuando se dice “los precios más bajos del mercado”, “satisfacción garantizada”, “crédito fácil e inmediato”, y se muestra a alguien feliz, ¿será lo mismo que expresiones publicitarias como “la tela de los hilos perfectos”, “suave como la media, durable como el pie” o “hace amigos volando”, las cuales llegaron a receptores/perceptores que son inteligentes y saben diferenciar entre las primeras (falsedades y frases engañosas) y las segundas que son metáforas con un mensaje claro? Así es; simple y sencillamente son frases que reflejan historias diferentes y que el mercado sabe distinguir y acepta de buenas maneras.
Pero la costumbre de usar las primeras es para pensar y hasta sancionar.