Esa podría ser la conclusión al conocerse los resultados de estudios adelantados por Nielsen, bajo la dirección de Scott McKenzie, publicados la semana anterior, en los cuales se afirma que el comportamiento de los mercados ante las circunstancias generadas por el covid-19, ha sido igual en todo el mundo, pensando prioritariamente en cuidar la salud, comprando primero lo que es estrictamente necesario, incrementando el proceso transaccional por los medios digitales, pensando y actuando más racionalmente, y demostrando el cansancio y la preocupación ante el confinamiento. Todo lo anterior, como recuerda el estudio, como si se tratara de demostrar que la boca se pone donde está el dinero, del inglés “put your money where your mouth is”, como se recuerda en el estudio.
Todo parece indicar que los cambios de comportamiento que normalmente se han dado con los relevos generacionales, se hubieran acelerado, y en algunos casos regresado algunos patrones de comportamiento.
Lo que se preveía que ocurriría a medida que transcurren los años, como el alto uso de las herramientas digitales, las compras on line y el incremento de compras por medio del e-commerce o comercio electrónico, antes del comienzo de esta pandemia, se ha apreciado ya en alto volumen de uso entre los mayores de 55 años y tercera edad (33% de incremento); además, el afán por adaptarse a los comportamientos del mercadeo haciendo los ajustes que siempre se han tenido que hacer y siempre se van a tener que dar por parte de las organizaciones, como también los procesos de cambio y renovación o reinvención, como prefieren algunos, han servido para demostrar que la naturaleza humana sigue siendo la misma, sin importar de dónde se es o dónde se está, pues en todo el mundo se ha apreciado lo que decimos.
Podría también afirmarse, como dicen los viejos dichos, que “no hay mal que por bien no venga” y que “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, pues esta pandemia ha hecho que la humanidad haya comenzado a reorganizarse y meditar sobre no pocas maneras de actuar (consumidor responsable), pero sobre todo por parte de algunas organizaciones, supuestamente encargadas de practicar un marketing sostenible, cuyos principios, creencias y valores, que definen la cultura organizacional, se habían alejado de la verdadera responsabilidad social que tienen, puesto que los mercadólogos, como siempre se ha afirmado, son los encargados de formar y sostener comportamientos de uso, consumo y acción, algo que también ahora se ha comenzado a tener en cuenta con mayor insistencia, pero que no ha debido olvidarse o desplazarse de las obligaciones del marketing.
Cuando comenzó este periodo pandémico, el temor y el pánico fueron común denominador en todo el mundo, y a medida que se iba conociendo la evolución de la situación, la gente reaccionó de igual manera en todas partes, y los patrones de consumo se fueron haciendo iguales en todos los países.
Lo que está por verse es cuántos continuarán haciendo y pensando como en los actuales momentos, y cómo será la que han denominado “nueva normalidad”. Parece existir coincidencia en afirmar que un mundo libre de tantos temores y pánico, se puede tardar hasta dos o tres años, una vez se supere la situación actual, pero lo que si ha quedado claro durante este año, es que seguimos siendo humanos, a pesar de tanta tecnología e inteligencia artificial.