¡Bienvenido!… señor capitán
El domingo 17 de junio, fue usted elegido por los juiciosos electores como el Nuevo Timonel del gran Barco Colombia. 10 millones lo eligieron, ocho millones no estuvieron de acuerdo y 800.000 no convencidos de ninguno de los dos candidatos finales optamos por el “fastidioso”, pero válido en la democracia, voto en blanco. Hoy ratifico el mensaje que les envié a los dos candidatos el mismo domingo de elecciones.
Por obvias razones, esta vez, el mensaje va exclusivamente para usted Señor Duque, Señor Nuevo Capitán: “nuestro querido barco necesita ser conducido con mucho cuidado, destreza y gran experticia para que ancle en el buen puerto al que queremos llegar. No es hora de improvisar y cambiar la ruta de navegación con virajes bruscos y menos, por ocurrencias o caprichos de los nuevos marineros.
Grandes abatimientos se han superado; más por la fuerza y fe en Dios de sus pasajeros que por sus capitanes, pero ahí vamos”. La mayoría de los Colombianos cumplimos con el deber e hicimos uso del derecho a elegir.
Este año fortalecimos la democracia votando masivamente. Comprobamos que somos buenos ciudadanos y con seguridad somos los mismos que tributamos con honradez, como también lo hace gran parte del empresariado; de este selecto grupo de colombianos, desde luego, no hacen parte los evasores de impuestos y los corruptos de profesión; es de suponer que éstos sí votaron por conveniencia.
A través de la historia de nuestra amada patria, hemos depositado la confianza en nuestros gobernantes, eligiéndolos. Unos electores lo hicimos a conciencia, buscando lo más conveniente para la Nación, otros sin ésta, pero en fin, los elegimos … es la democracia.
Y así, hemos creído al paso del tiempo en cada gobierno, con la esperanza de lograr una Colombia igualitaria y prospera. Sin embargo, las decepciones, sobre todo de los últimos veinticuatro años, - periodo 1994 -1998 el más funesto - no solo del ejecutivo sino en las otras ramas, - legislativa y judicial - no han sido pocas; estas administraciones difícilmente han terminado sus periodos con un final intachable.
El menoscabo a los valores morales ha imperado fortaleciendo la corrupción la “madre” de todos nuestros males. Así mismo, hemos evidenciado que las vanidades, egoísmos y caprichos de nuestros presidentes han estado por encima del real patriotismo .
No obstante, todo no es desalentador, las condiciones del pueblo, si bien no son las ideales , sí, han mejorado, a “trancazos”, - disminución de la pobreza, mejor educación, más empleo, mayor cobertura en salud - logros que se evidenciaron en este último aceptable gobierno; más la “tranquilidad” que ofrece el traumatizado acuerdo de paz. Con todo y esto, seguimos siendo uno de los países con mayor desigualdad.
Colombia resiste y resiste los salvajes embates de los compatriotas sin pundonor: gobernantes y legisladores - corruptos, segados por conseguir millonarios contratos - desviando poderosos causes hídricos con la justificación de conseguir energía e imponiendo nuevas y prohibidas técnicas de explotación de petróleo - y, delincuentes y autoridades - narcotraficantes y otros, envenenando a nuestro jóvenes y los del globo; entre estas dos catervas estamos los buenos colombianos. Pero la Madre Tierra se reciente en nuestro territorio y ha protestado a través de la furia de la naturaleza con grandes tragedias.
Por todo lo anterior y mucho más - no me alcanza el espacio para explayarme - señor Presidente, señor Duque: Por favor, no improvisemos. Cuidemos lo que hemos conseguido y consigamos lo que le hace falta y lo conveniente. ¡Ojo ! … con los caprichos de sus mentores y ayudantes.