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Gobierno digital: lecciones de Europa y el reto colombiano

Carlos J. Papamija Hoyos

Tramitar un certificado sin madrugar a hacer fila debería ser normal en 2025, pero no lo es. En Europa se ven los dos extremos: Estonia, donde casi todo se hace online -desde abrir una empresa hasta votar-; y Alemania, que aún exige papel impreso (o fax) para registrar un domicilio (Anmeldung). Colombia ha dado pasos importantes para modernizar sus trámites, pero el acceso y la cultura digital siguen siendo disparejos.

Estonia apostó hace dos décadas por la identidad electrónica obligatoria y la red de datos X-Road, sentando las bases de lo que hoy inspira el reglamento europeo eIDAS. Esa columna vertebral no solo agiliza trámites: también refuerza la seguridad. La policía verifica antecedentes en segundos, los historiales médicos llevan huella criptográfica y cualquier intento de fraude deja rastro inmediato.

Alemania avanza, pero a otro ritmo: la burocracia y el apego al papel pesan. El fax aún domina, encareciendo la protección de datos y dificultando procesos legales. Más de 40% de la comunicación oficial en 2022 y 77% de las empresas lo usaban porque las entidades públicas lo exigían. Esa resistencia cultural mantiene al país lejos de modelos ágiles como el de Estonia.

En Colombia hay avances importantes: el portal gov.co, la cédula digital, y la facturación electrónica ya son una realidad. Aun así, el Índice de Gobierno Digital, IGD, revela que el aprovechamiento digital llega a 85,5% en las entidades nacionales, mientras que departamentos y municipios apenas alcanzan un 60,3% -una brecha de 25 puntos. Además, solo 3% de los trámites se completa de principio a fin en línea; cerca de 4% de los municipios ha medido su propio avance digital, y la conectividad rural ronda 29%. Muchos ciudadanos ni siquiera conocen los servicios disponibles, y varios procesos siguen exigiendo ventanilla física.

El desafío es triple e inaplazable: reforzar procesos seguros y eficientes a nivel central, fomentar una cultura digital tanto urbana como rural, y dotar a alcaldías y gobernaciones de arquitectura tecnológica y talento en TI para que el cambio se note.

Un Estado digital también protege a la ciudadanía. Identidades biométricas reducen la suplantación; bases interoperables cruzan datos tributarios, aduaneros y judiciales para detectar redes ilícitas; y expedientes electrónicos con sello de tiempo dificultan la corrupción.

Como futuro cercano, la inteligencia artificial elevará el gobierno digital al combinar seguridad con valor económico y social. La tecnología basada en IA valida identidades, agiliza trámites y atiende denuncias 24/7; algoritmos frenan fraudes y ciberataques en segundos; y modelos predictivos optimizan patrullajes generando ahorro y confianza. Para lograrlo, se necesitan funcionarios capacitados en ética de datos y supervisión humana constante.

Colombia ocupa hoy el puesto 64 en el Índice de Gobierno Electrónico de la ONU. Lidera en Latinoamérica, pero aún mira de lejos a Estonia (puesto 2) y Alemania (puesto 12). Con inversión sostenida, fomento de la cultura digital y coordinación entre niveles de gobierno -y el ciudadano en cada línea de código-, esa distancia puede cerrarse más rápido de lo que hoy parece posible.

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