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¿Puede Bre-b cambiar la cultura financiera y digital en Colombia?

Carlos J. Papamija Hoyos

Colombia lleva años apostando por la transformación digital, y aunque se han logrado avances importantes, todavía hay muchos desafíos por delante. Comparado con países de la región como Brasil o con referentes europeos como Estonia, el camino hacia una inclusión digital y financiera real sigue en construcción. Por ejemplo, persisten obstáculos clave: cerca de 78% de las transacciones en 2024 siguen realizándose en efectivo, según el Banco de la República; 82% de los adultos tiene un producto financiero activo, pero un 18% aún no usa el sistema de forma regular; y menos de 20% de la población posee habilidades digitales avanzadas, de acuerdo con el Banco Mundial.

Justamente por eso, cada nuevo esfuerzo cuenta. El reciente lanzamiento de Bre-b, impulsado por el Banco de la República, es uno de esos pasos que podrían marcar un antes y un después en el ecosistema digital colombiano.

En este panorama, la puesta en marcha de la primera fase marca un hito transformador y alentador. Esta infraestructura, desarrollada con tecnología pública, permite hacer transferencias 24/7 de forma interoperable, utilizando como “llave” el número de cédula, celular o un código personalizado. No es una billetera del gobierno ni una criptomoneda: es una herramienta segura y simple para mover dinero sin fricciones ni intermediarios tradicionales.

Durante sus primeros tres años, Bre-b será gratuito, representando un alivio para millones. Una transferencia que hoy, por medios tradicionales, tiene un costo, podrá realizarse sin cobros mediante este sistema. Pero su mayor promesa está en incrementar la cultura digital, ampliar la inclusión financiera, reducir el uso del efectivo y generar datos útiles y análisis para diseñar mejores productos financieros y procesos que beneficien a todos.

Eso sí, su implementación no está exenta de desafíos. Aunque el sistema tiene un enrutador público, también permite la participación de intermediarios privados. Si no hay una regulación clara y una supervisión activa, esta coexistencia podría derivar en ventajas para los actores dominantes, dificultando la competencia para fintechs, cooperativas y nuevas billeteras digitales. Modelos como el de Brasil (Pix), donde toda la infraestructura es pública y neutral, pueden ofrecer aprendizajes clave.

A mediano y largo plazo, se espera que también abra la puerta a pagos transfronterizos, transacciones de comercio electrónico y servicios públicos. En un país que recibe más de US$11.800 millones anuales en remesas, y donde el comercio electrónico se encuentra en auge, contar con una infraestructura interoperable, segura y asequible puede ser clave para ampliar las oportunidades económicas y acercar aún más a los ciudadanos al sistema financiero.

El lanzamiento de Bre-b confirma una vez más que en Colombia sí se pueden hacer innovaciones útiles y de largo impacto, y representa uno de los muchos pasos que se han dado hacia una digitalización que incluya, conecte y transforme a nivel nacional e internacional.

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