Las noticias en la región son prometedoras y denotan un gran esfuerzo de los gobiernos por mejorar la infraestructura para garantizar la competitividad de sus países. Las concesiones viales de cuarta generación en Colombia por un valor de US$26.000 millones, el programa de inversión logística en Brasil que incluye unos US$66.000 millones para carreteras y ferrocarriles, y las millonarias inversiones en Panamá, son algunos de los proyectos que registran permanentemente los diarios.
Sin embargo, a pesar de los cuantiosos recursos destinados a estas obras, la realidad muestra que el ritmo de inversiones de la región no va a ser suficiente para voltear décadas de rezago en construcción y mantenimiento de carreteras, puertos, aeropuertos y facilidades logísticas. De acuerdo con la CAF, el nivel de inversión en infraestructura en la región ronda 3%, cuando países como China e India invierten anualmente 9% y 6% del PIB, respectivamente.
Por otro lado, el crecimiento de la clase media y la entrada en vigencia de los tratados de libre comercio cuya suscripción se ha multiplicado en los últimos años, aseguran que la demanda por el uso de infraestructura se va a seguir incrementando. ¿Qué hacer entonces para no solo lograr recuperar el tiempo perdido sino estar a la vanguardia en los requerimientos de los próximos años?
Las entidades multilaterales ya han hecho sus diagnósticos e insisten en la necesidad de tener una adecuada estructuración y planificación de los programas, priorizar las obras que garanticen la competitividad y no las que den más votos, mejorar los sistemas de financiación y regular mercados en los que participen sector público y privado.
A estas recomendaciones hay que añadirles un aspecto fundamental. La participación del sector privado como gestor, constructor, financiador y aliado en la ejecución de los programas de infraestructura.
Un ejemplo exitoso lo constituye el modelo de Asociaciones Público Privadas, que ha impulsado las obras de países como Chile, y el caso colombiano, donde se está empezando a desarrollar este modelo. Pero también, como lo reconoce la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Ocde, el sector privado puede aportar con la incorporación de tecnología para ayudar a superar el gran rezago en infraestructura.
La experiencia de Cemex así lo demuestra. En Nicaragua estamos construyendo la primera sección de la carretera Nejapa-Puerto Sandino, la obra de infraestructura más grande y moderna que se construye actualmente en ese país donde gracias a nuestra tecnología, esperamos reducir los costos de construcción y mantenimiento y mejorar las condiciones de seguridad en el tránsito por esta vía.
En Costa Rica, estamos suministrando cemento hecho a la medida para la construcción y expansión de un tramo fundamental en el Corredor del Pacífico. El cemento que surtimos está diseñado para tener mayor resistencia y reducir el efecto conocido como “isla de calor”. En nuestras operaciones en Panamá, diseñamos y suministramos un concreto especial de mayor resistencia para uso marítimo destinado a la construcción de la carretera conocida como Cinta Costera.
Durante 2013, en toda la región, Cemex Latam Holdings ofreció soluciones de pavimento de concreto para 42 proyectos distintos de infraestructura que equivalen a un área de más de 400.000 metros cuadrados. Pasado participamos en la construcción de cerca de 6.000 casas en Colombia, y continuamos el trabajo realizado en diversos proyectos de vivienda en Panamá y Costa Rica.
El compromiso por cerrar la brecha en infraestructura debe ser asumido por el sector público y el privado. Los empresarios somos el mejor aliado para ayudar a construir una región competitiva, donde haya oportunidades para todos.