El mundo está terminando un año que ha sembrado incertidumbre y augura un complejo panorama para 2024. Complejo en los ámbitos económicos, sociales, políticos, geopolíticos y ambientales, la mayoría de ellos concurrentes.
La Ocde prevé una desaceleración de las economías más importantes del mundo en 2024 , con la particularidad que los tres países que anticipan el mayor crecimiento están en Asia.
En efecto según las previsiones de este organismo estos países son la India (6.1%), Indonesia (52%) y China (4.7) lo que ratifica una tendencia según la cual el mundo económico ha venido girando de occidente al oriente. Ello desde luego no quiere decir que occidente no siga siendo la potencia económica que Estados Unidos y Europa consolidaron en el siglo XX, pero de cara a 2024 los países asiáticos serán interlocutores económicos de primera línea.
En el campo doméstico tampoco se ve claro el panorama. Con una caída en el PIB durante el tercer trimestre del año y bajas expectativas para el último trimestre el 2024 augura una economía con muy bajo crecimiento oscilando entre 1% y 1,2%, lo que no permitirá un crecimiento en el ingreso per cápita.
En el ámbito político hay también grandes expectativas ya que en 2024 habrá elecciones en países claves. En nuestra región se elegirán jefes de estado en México, donde es previsible que gane el oficialismo, en El Salvador, cuyo resultado se da por descontado, Venezuela que puede ser como puede no ser al menos en términos de un certamen democrático y finalmente en Uruguay. Este recuento habla de un debilitamiento de la democracia en la región.
Pero en el norte tampoco hay un futuro claro. Con dos septuagenarios peleándose la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump se perfila como el ganador lo que anticipa unos Estados Unidos más radicales y cerrados al mundo y sin rumbo claro en la geopolítica mundial. Por último, en el campo electoral están las elecciones en Taiwán que definirá como se relaciona la isla con su vecino que reclama la existencia de una sola China.
En el ámbito geopolítico hay tensiones. Tensiones derivadas de dos conflictos armados internacionales y múltiples conflictos armados de carácter binacional o internos. La guerra de Ucrania y la más reciente entre Israel y Gaza no parecen tener fin en 2024 y amenazan con expandirse.
A esto se suman 45 conflictos armados que documenta la Geneva Academy, entre los cuales figura el conflicto interno de Colombia. Alrededor de estos últimos hay intereses geopolíticos de los grandes jugadores del escenario internacional que buscan aliados a costa de la vida de los habitantes de las naciones más pobres. Además de las guerras hay tensiones en el sur este asiático y otras entre China y Estados Unidos, lo cual puede conducir a guerra fría altamente inconveniente en un mundo con unos organismos multilaterales cada vez menos eficientes.
Por último, 2024 inicia sin grandes acuerdos que verdaderamente pongan fin al calentamiento global más allá del fondo global para soportar el impacto en las naciones pobres más afectadas. Todos los factores antes mencionados producen un impacto social que lleva a millones al desplazamiento y al hambre. Esto se ha reflejado en migraciones masivas y una crisis alimentaria.
La esperanza está en la ciencia y la tecnología. El 2024 verá todos los beneficios de la inteligencia artificial y de los enormes avances que esta traerá en la medicina y en otros campos del bienestar.