Caneca de la basura
El avance de la tecnología ha permitido más participación del ciudadano del común en los asuntos de interés público. Tradicionalmente el debate sobre los asuntos de la Nación o del ámbito internacional se daba en los grandes medios de comunicación como la prensa, radio y televisión. En esos escenarios los opinadores, mediante columnas de opinión en los periódicos o debates en radio y televisión se tenía acceso a diferentes puntos de vista que reflejaban la orientación política e ideológica del medio. Lo que se conoce como la línea editorial. Había poca participación del ciudadano que era mero espectador y receptor de ideas con la rara y selecta participación de “las cartas del lector” o las llamadas de los oyentes, que también pasan por el filtro de la “línea editorial”.
Todo el mundo coincide en que el internet revolucionó la sociedad y la participación de los ciudadanos en los en los asuntos públicos no es la excepción. En Colombia hay más de 37 millones de usuarios de internet y más de 75 millones de celulares en la calle cifras que demuestran la oportunidad que tiene el ciudadano de comunicarse de manera instantánea y amplia con el que quiera y cuando quiera. Existen además los canales, que ya no son los medios tradicionales a los que hacía referencia, si no los bien conocidos como “medios sociales”. Estos han tenido diferentes momentos de auge y de dinámica. Facebook tuvo su momento, pero no tenía la inmediatez que redes posteriores como Twitter y TikTok han logrado alcanzar. Según Statista 4,48 millones de personas utilizaron la red Twitter, ahora X en 2022.
Esta combinación trajo en el mundo un nuevo escenario de debate, que como ya la han analizado cientos de expertos en comunicación social ha trastornado el tablero del diálogo social convirtiéndolo en un foro de la superficialidad, inmediatez e irresponsabilidad. Como era de esperarse este nuevo espacio lo copó el debate político, propiciado en buena parte por políticos que encontraron allí un medio eficaz de transmitir un mensaje efectivo sin mucho contenido profundo que les permitió con verdades a medias y grandes mentiras afianzar y hacer crecer su influencia política. Esto se ha visto en X pero también en TikTok, y el caso más emblemático en el mundo es el del presidente Trump, mientras en Colombia esto lo hemos visto en la campaña presidencial pasado con un personaje oscuro como el ingeniero Hernández o con nuestro Jefe de Estado.
Tristemente este gran espacio que se abrió no está enriqueciendo el debate, si bien refleja muchos aspectos de la realidad de la Nación. No se ha enriquecido el debate porque tal como sucede en la Nación allí no se discute ni se debaten los temas, así sea con las limitaciones propias del medio, sino que sentencian juicios temerarios sesgados por la ideología carentes de toda sindéresis haciendo del contenido una verdadera caneca de la basura. Los sesudos análisis de agudos comentaristas fueron reemplazados por improvisados “influencers”. Si bien es cierto que transitan por estos medios algunos medios y comentaristas serios con información y opiniones valiosas y diversas, la reacción que reciben carece de decencia y se reducen a insultos soeces que desvirtúan el mensaje.
Este lugar oscuro refleja no solo la polarización en que se encuentra la sociedad, sino también el bajo nivel cultural y educativo que ya demuestran cifras de calidad de la educación.