Analistas 02/04/2024

Colombia no futuro

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Sin lugar a dudas estamos enfrentados a un futuro incierto de cara a las próximas generaciones que seguirán viviendo en un país pobre, incapaz de salir del círculo vicioso en el que nos encontramos, en el cual la política, la ineficiencia de la justicia y los erráticos manejos de los gobiernos son la dinámica prevalente. Colombia tiene, en términos de Poder Adquisitivo de Compra (PPP), según el Banco Mundial, un PIB de US$15.651, cifra que es menos de la mitad del ingreso de Panamá que llega a los US$34.297 y 60% de aquel de Chile y por debajo de Uruguay, Argentina, Costa Rica, México y República Dominicana. Ni que hablar de Estados Unidos, que tiene un ingreso per cápita de US$64.702. Estas cifras nos ponen de presente que Colombia es un país pobre comparado con sus pares de la región y muy pobre comparado con el mundo avanzado.

La conocida Regla de 70 establece que la división de este valor por la tasa de crecimiento de la economía nos dará como resultado el número de años requeridos para duplicar el PIB. En 2003 la economía colombiana creció 0,6%, lo que indicaría que con esta tasa de crecimiento ¡el país podría duplicar su PIB en 116 años! Es decir que para ese entonces habremos alcanzado el PIB per cápita que Panamá tiene hoy. Admitamos que ese crecimiento es la excepción y que, dadas las previsiones para el año presente (2024), que están alrededor de 1,6%, y para 2026 si acaso a 2,0%, se podría afirmar con gran optimismo que el crecimiento promedio de Colombia podría llegar a 2%, lo que significaría que nos tomará “tan solo” 35 años para duplicar nuestro PIB. Eso significa que para salvar a las siguientes generaciones de que tengan que vivir en un país estancado, tendríamos que crecer a 10%, como hizo China durante un largo período o tasas entre 5% y 7% como ha hecho Panamá. Con el ambiente político de los próximos siete años, ese no parece ser el caso, porque quedan tres de este Gobierno que está desincentivando la inversión, que es el motor del crecimiento, y en el mejor de los casos, cuatro del siguiente Gobierno deshaciendo el entuerto.

El argumento central del Gobierno para su plan de acción es que la riqueza en el país está concentrada en pocas manos y existen grandes sectores de la población que no se han beneficiado del poco progreso que ha tenido nuestro país. El diagnóstico es cierto, pero el camino que está tomando el país no lo es. Colombia es un país con gran desigualdad (Gini de 0,56) y es necesario una política que propenda por mejor distribución, pero si la riqueza no crece o se disminuye, no habrá qué distribuir. Es necesario advertir que nada garantiza que entre mayor pobreza, exista mejor distribución del ingreso, por el contrario, los países más ricos tienden a ser los que mejor distribución tienen y eso tiene que ver con su gobernanza, su mejor capacidad de recaudo de impuestos, que es el instrumento que tiene el Estado para nivelar mediante el gasto público eficiente y sin corrupción la balanza entre ricos y pobres. Según la Cepal, el nivel de evasión tributaria en Colombia es de 25%, mientras que la Contraloría estimó que la corrupción cuesta $303 billones, lo que son más de 20 reformas tributarias.

La fórmula, pues, no es con populismo y fomentando la lucha de clases, sino ayudando a crear riqueza, fortaleciendo la justicia y haciendo una administración eficiente, una fórmula que parece fácil, pero que cada día está más remota, para tristeza del país.

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