Difícil horizonte
En medio de la crisis social, económica y de salud pública mas devastadora de toda una generación y de cara a unas elecciones en las que se elige presidente de la República y se renuevan las dos cámaras no hay mas que incertidumbre. Con una reformita que busca aplazar un par de años la angustia y sin una visión que vaya mas allá del 7 de agosto de 2022 el actual gobierno atiende lo urgente del día sea esto la masacre semanal, los atentados de los grupos residuales, los bloqueos, la baja en la calificación de la entidades calificadoras de riesgo, las inundaciones del invierno, el cumplimiento del proceso de paz, la minga indígena y hasta el magnicidio de Haití. Es el ocaso de un mandato que se desenvolvió en difíciles circunstancias con no pocas faltas de olfato político y experiencia.
Los atardeceres de todos los gobiernos son, si quiere, parecidos. Se tiene el desgaste de los aciertos y desaciertos de un mandato pero en los pueblos existe la esperanza de un nuevo amanecer que se vislumbra en el horizonte con un nuevo gobierno que con la fuerza de las ideas promete dar un nuevo impulso a la sociedad. Desafortunadamente esa esperanza no se ve reflejada en el escenario político que estamos observando. Decenas de candidatos y candidaticos se autoproclaman con la esperanza de mendigar firmas en la calle desconociendo la importancia de construir partidos fuertes y desafiando las nuevas cepas del covid. Como bien lo sabemos en Colombia no se le niega una firma a nadie y nada tendría de raro que los que firmen por uno de los aspirantes firmen también por los otros lo que deslegitima la demostración del respaldo popular que se buscaba con el mecanismo de firmas.
Refleja este caótico escenario político un crisis aun mayor que las mencionadas y es aquella de la profunda crisis política y de liderazgo que sufre la nación. Los liderazgos de principios de siglo se han ido desdibujando y las encuestan muestran de manera creciente el desprestigio de quienes se mostraban como opciones de esperanza. La apuesta política de los viejos liderazgos juega a ver quien tiene el menor negativo mientras los enanos en contienda esperan, en el mejor de los casos, ganarse el premio mayor de la lotería como ha sido el caso en otras ocasiones o bien contentarse con una fracción, asegurando una curul. Esta situación genera zozobra pues se hace difícil prever que va a pasar mas allá del 7 de agosto. La falta de liderazgos presagia que quien salga favorecido con el numero ganador no tendrá la gobernabilidad para navegar la aguas turbulentas que son inevitables en el siguiente cuatrienio.
Así como del movimiento de la séptima papeleta surgieron liderazgo que desafortunadamente solo han brillado a medias, no parecería que de la nueva ola de descontento social surjan nuevos liderazgos pues aquellos que se proclaman líderes se esconden detrás de mascaras temerosos de dar la cara. La primera línea resulta ser un conjunto de encapuchados donde además de jóvenes idealistas se camuflan vándalos, disociadores y no me sorprendería que hasta agentes del estado buscando deslegitimar el estallido social.
Es necesario que los jefes de los partidos den coherencia a su accionar político y convoquen a los díscolos precandidatos para que por lo menos con acuerdos sobre la economía y el rumbo de la sociedad subsanemos los vacíos de liderazgo y le dibujemos a Colombia un horizonte más esperanzador.