El gobierno Petro ha reiterado que es necesario que el país se industrialice y deje de depender de las exportaciones minero-energéticas. El sueño de la industrialización en América Latina tiene décadas y empezó con las políticas recomendadas por la Cepal por allá en la década de los 60s en el siglo pasado, pero la forma en que se trato de adelantar ese propósito fue mediante el proteccionismo, la integración mal entendida y el direccionamiento estatal y por ello fracaso.
El único país que ha sido verdaderamente exitoso en la región en materia de industrialización ha sido México y ello ha sido el resultado de su decisión de integrarse a la economía de los Estados Unidos y vincular su sistema productivo a las cadenas de valor global.
Hoy la región en general y Colombia en particular tiene la oportunidad de una industrialización gracias a la realidad del Nearshoring, que no es otra cosa que la decisión estratégica de empresas y el gobierno de Estados Unidos de reconfigurar sus cadenas globales de valor con el fin de buscar cercanía, es decir que las partes de la cadena de valor que se producen fuera del territorio se ubiquen mas cerca con menor impacto ambiental y mayor certidumbre. Esa nueva oportunidad permitirá remediar la incapacidad que tuvo la región de articular sus empresas a las cadenas de valor global.
Según el BID, en promedio entre 2000 y 2002 solo 8,2% de las empresas de la región eran parte de las cadenas de valor global, según metodología que mide la incorporación del valor extranjero en las exportaciones y esa realidad no solo limita el crecimiento de las exportaciones, sino que las hace depender del vaivén de los precios de los commodities.
Según la misma fuente cuando las empresas se vinculan a estos procesos de internacionalización logran aumentos en la productividad, diversificación de comercio, generación de mas y mejor empleo y transferencia de tecnología, todo asociado a una mayor inversión extranjera asociada a la industrialización.
La situación resultante de la guerra comercial entre China y los Estados Unidos, las disrupciones logísticas que resultaron de la pandemia y la creciente preocupación ambiental y por ende el deseo de disminuir la huela de carbono en las operaciones de comercio exterior llevaron a la necesidad de revertir los procesos que condujeron a muchas empresas a ubicar parte de su producción en Asia y a pensar en alternativas de ubicación bien en los Estados Unidos mismo (reshoring) o en los países cercanos (nearshoring), pero dado que es además una decisión estratégico esa ubicación debería ser en países amigos (firiendshoring).
La alineación de grandes empresas con esta tendencia es importante ya que según la entidad bancaria UBS 76% de las empresas estadounidenses que tienen operaciones en Asia han relocalizado sus cadenas de producción o planean hacerlo.
Pero estar cerca y ser amigo no es suficiente para atraer esas inversiones y esos procesos de industrialización. Según el BID hay cinco factores esenciales que dependen en gran mediad de la política pública. Se trata de la formación técnica, la seguridad, la reducción de costos logísticos y de energía, el esfuerzo permanente por la calidad y la innovación y la promoción de inversiones de alto valor agregado. Sé que Procolombia y las API han hecho esfuerzos importantes pero la gran pregunta es si estamos dispuestos a prepararnos para esta gran oportunidad.