Ni dragón ni serpiente
En el zodiaco chino, 2024 fue el año del dragón, que según el horóscopo chino, es símbolo de poder fortuna, nobleza y éxito. El 25, el año que comienza, es según este mismo horóscopo, el año de la serpiente, que simboliza la sabiduría, la intuición, la elegancia y la profundidad.
Mucho me temo que en las galletas de la fortuna que le tocaron a Colombia no fuimos favorecidos con las bondades del dragón y todo parece indicar que tampoco nos tocarán las múltiples virtudes de la serpiente.
En cuanto a los símbolos del año del dragón, podemos aventurarnos a afirmar que no tuvimos fortuna en ninguno de sus significados. La fortuna en el sentido de riqueza que fue esquiva para la Nación, pues el crecimiento del PIB para el año que termina será apenas de 2%.
Quiere esto decir que la fortuna que tenemos los colombianos no se acrecentó de manera significativa, lo cual es necesario para salir de la pobreza que sufre más de 30% de la población, aunque según datos oficiales más de dos millones de colombianos han salido de la pobreza en los últimos dos años, lo cual es una fortuna.
Tampoco gozamos en 2024 de buena fortuna en el sentido de suerte de la palabra. Una gran sequía nos puso a racionar el consumo de agua y posteriormente las lluvias torrenciales con deslizamientos y pérdidas de vidas llevaron a declarar la emergencia nacional.
Nobleza y éxito, esas otras dos virtudes que simboliza el dragón, tampoco asomaron sus narices en nuestras tierras este difícil año. Nobleza les faltó a los grupos armados, que desecharon cualquier propuesta de paz en aras de mantener su poco noble negocio del narcotráfico, pero igualmente le faltó nobleza al gobierno, que no atendió el clamor ciudadano por una mayor seguridad y con excusas babosas, el Ministro de Defensa en últimas declaró la incompetencia para afrontar el problema. Y finalmente, podemos afirmar que este año ha sido exitoso para los negocios torcidos y la corrupción. En materia de éxito para Colombia, no fue el año del dragón, sino de la Ungrd de Olmedo y Sneider, que fueron exitosos tanto en sus fechorías como en destapar la olla podrida.
Estamos próximos a entrar al año de la serpiente y especulemos si será un año en el que brillen la sabiduría, la intuición, la elegancia y la profundidad. Las enseñanzas de este año que termina nos darán indicios si el próximo será uno donde prime la sabiduría.
Le ha faltado sabiduría al Gobierno en el manejo de la cosa pública y la ha faltado sabiduría y profundidad a la oposición que cae en lugares comunes e insultos que no llegan a la profundidad de los problemas. Le ha faltado sabiduría a nuestro Jefe de Estado al momento de designar a sus colaboradores, tanto en los ministerios como en las embajadas.
Asesorarse de Benedetti no parece un gesto de sabiduría, sino más bien una entrega al chantaje, a la vez que designar al fallido embajador Matarife no solo demuestra una falta de sabiduría sino también de elegancia. Nos queda para los próximos 12 meses tan solo la intuición de la serpiente y los colombianos vamos a tener que ser muy intuitivos si queremos descifrar el querer del Presidente, para descifrar qué es lo que verdaderamente quiere la guerrilla y cuál será la postura oficial frente a la dictadura del señor Maduro.
Por lo pronto, podemos intuir que, con ambiciones presidenciales, el canciller Murillo, salga de su cargo antes de la posesión del dictador.
Aprendamos para el futuro de las virtudes del dragón y la serpiente.