Política exterior
Colombia ha hecho en materia de política exterior un enorme esfuerzo en el campo político y la agenda se mueve alrededor del tema de narcotráfico, como reflejo de la triste realidad, que sigue siendo dominante en nuestra relación internacional. Lo que no se ve en la agenda de política exterior de Colombia de manera clara es cuál es la política para un relacionamiento comercial que inserte al país en la economía global.
Es frecuente encontrar en la página de la Cancillería muchas referencias al fortalecimiento de la presencia de Colombia en el ámbito multilateral donde se luchan las batallas políticas alrededor los temas de derechos humanos y narcotráfico. Hay solo una mención en la página web al relacionamiento económico y allí se lee que “Se fomentarán las relaciones bilaterales con los países en los que no se ha hecho suficiente énfasis hasta el momento, buscando... lograr más oportunidades de comercio, inversión e intercambio tecnológico.”
A pesar de esta declaración de principio, es sabido que Colombia es un actor cada vez más marginal en la economía global y nos hemos quedados rezagados cuando nos comparamos con nuestros socios de la Alianza del Pacífico. Nuestras exportaciones no despegan, la inversión extranjera no crece como debería y no estamos en forma alguna articulados a las cadenas globales de valor. Suspendimos tajantemente los tímidos esfuerzos por liberar nuestra aún muy cerrada economía cuando se puso un alto definitivo a toda negociación de nuevos tratados de comercio. En el aire quedaron el de Japón y el de Turquía.
El problema está ligado a la visión que tenemos del mundo visto desde las montañas andinas a 1.000 kilómetros del mar y a la consecuente organización institucional. Sobre la visión andina mucho se ha escrito, pero como es bien sabido seguimos en un país con excesivo centralismo. La costa Atlántica lucha permanentemente por vincularse al mundo, mientras nuestra costa Pacífica (la puerta a Asia) sigue en el abandono total.
En el ámbito institucional en la administración Gaviria y de cara a la apertura se creó el Ministerio de Comercio y se quería con ello tener una política económica exterior, pero este experimento duro tan solo ocho años cuando se creó lo que a mi juicio es una estructura intrínsecamente contradictoria: el Ministerio de Comercio Industria y Turismo. Es contradictoria porque los intereses de los industriales en Colombia no son siempre los mismo del comercio exterior, lo que es normal, como es normal este enfrentamiento entre agricultura y comercio exterior. A nadie se le ocurriría un Ministerio de Agricultura y Comercio Exterior o de Minas y Comercio Exterior a pesar de que estos dos ministerios manejan 90% de nuestro comercio exterior. Lo que sí tiene lógica es que el Comercio Exterior, o mejor, la Política Económica Exterior de Colombia esté en cabeza de la Cancillería como sucede en Argentina, Chile o Brasil.
En promoción económica de Colombia, Procolombia hace un enorme esfuerzo con presupuesto limitados, mientras cientos de funcionarios del servicio exterior colombiano son ajenos a este esfuerzo. Embajadores, agregados, secretarios en decenas de países que no obedecen a lineamientos de política comercial porque este está en manos de otro ministerio.
Qué bueno sería que todo nuestro servicio exterior se pusiera la camiseta de la promoción económica del país y Colombia, siguiendo el ejemplo de Chile y que se entienda que el mundo va más allá de la Sabana de Bogotá.