¿Por qué no crecemos?
Surge la inquietud de porque mientras otros países avanzan en sus economías logrando mayores niveles de ingreso y bienestar, Colombia esta estancando con tasa de crecimiento bajas que oscilan entre 1% y 3% mientras que países como los asiáticos lograron el despegue económico y en nuestra región Chile y Panamá han logrado crecimientos por encima de 5%.
Y lo más grave de esta situación es que el panorama no se ve muy alentador.
La inversión total en el país como porcentaje del PIB, que es la cifra clave para el crecimiento económico, bajo de una cifra superior a 23% en el período 2014-2015 a estar en la actualidad por debajo de 14%.
La razón de esta caída puede encontrase parcialmente en razones económicas ya que las altas tasas de interés influyen negativamente en este comportamiento, pero los factores que más pesan son la baja confianza empresarial y la incertidumbre.
El otro factor clave es la fuerza laboral que se refugia en 50% en la informalidad contribuyendo poco al crecimiento de la economía y las medidas económicas no apunta a resolver esta grave situación.
Según Fedesarrollo los índices de confianza comercial e industrial han sufrido fuertes retrocesos en el último año mientras que la incertidumbre respecto al futuro de las múltiples reformas que cursan en el congreso tiene a los empresarios con sus decisiones de inversión aplazada.
En efectos reformas como la laboral, que además no enfrenta el tema de la informalidad, y la de pensional, para mencionar algunas, generan incertidumbre y frenan la inversión. Los mayores costos laborales llevan a los empresarios a una espera prudencial en sus inversiones hasta conocer el verdadero impacto de esta iniciativa, mientras que en la reforma pensional está en juego el ahorro pensional clave en la inversión.
A esta incertidumbre se suma las drásticas medidas en materia de explotación de hidrocarburos que ha impactado la inversión extranjera que en Colombia.
Y es que la falta de confianza y la incertidumbre no solo proviene de las reformas mencionadas, de las erráticas declaraciones que a diario emite la presidencia de la república y la inestabilidad ministerial que provoca falta de continuidad en la ejecución de los programas de gobierno dificultando la inversión gubernamental, sino en general de la debilidad de las instituciones tan necesarias para garantizar reglas de juego claras al mundo empresarial.
Debilidad que surge no solo de las acciones del gobierno sino de la politiquería de los partidos incrustados en el congreso que cambian de parecer en función del número de puestos que obtengan en las contralorías, procuradurías y fiscalía, para así consolidar su poder político basado en el clientelismo y la corrupción.
A lo anterior debemos sumar el carácter leguleyo de nuestros compatriotas. Todo se demanda desde el más trivial decreto o nombramiento hasta las leyes más sesudas y todo queda a la espera de una justicia que puede durar años esperando resolver el asunto demandado.
Todo vive en interinidad a la espera de un fallo que será apelado lo que a su vez tomará otro tanto tiempo para saber la firmeza de la acción.
En esas condiciones no puede crecer el país. Entre los mensajes equívocos del gobierno, la politiquería, las leguleyadas y corrupción que es rampante no se pueden dar condiciones de confianza y estabilidad que requiere el país para crecer en su potencial y salir del estancamiento o desempeño mediocre en que se encuentra.