Tradicionalmente en Colombia cuando se diseñan las políticas en materia económica para las mujeres se utilizaban encuestas incompletas o cifras de América Latina, porque se carece de información robusta y confiable en especial en lo que tiene que ver con las mujeres como emprendedoras y empresarias.

Afortunadamente el Dane ha refinado los datos y hay nuevos actores que permiten tener mejor información sobre las mujeres en el mercado laboral, en la producción de propiedad intelectual y en la participación en micronegocios, entre otras. Afortunadamente, porque es muy difícil tratar una enfermedad sin un buen diagnóstico. Es tremendamente ineficiente intervenir un problema cuando no se entiende bien.

Por eso es especialmente importante que la semana pasada se dieran a conocer las cifras que provienen de la inclusión de las nuevas casillas permanentes en el Registro Único Empresarial (Rues).

De acuerdo con Confecámaras de las 1,50 millones de empresas registradas, 69% corresponden a personas y apenas 31% a sociedades. En las sociedades, la gran mayoría (86%) tienen una participación baja de mujeres en el capital de la compañía. Además, menos de la mitad (45,8%) que generan empleo tienen mujeres en su planta de personal y solo 13,7% tienen al menos una mujer en cargos directivos.

Si bien las cifras son preocupantes, es un primer paso para ser más precisos y rigurosos en la construcción de política pública para cerrar brechas de género en lo que a desarrollo empresarial y emprendimiento se refiere.

Por ejemplo, en Colombia las mujeres no son en su mayoría dueñas de las empresas de tecnología, pero sí están de manera preponderante en los equipos directivos. Con esta información presente, una acción posible es ofrecerles paquetes de acciones para volverlas socias.

Según el ranking PAR 2020, de la firma Aequales, en América Latina solo el 26% de las posiciones de liderazgo están ocupadas por mujeres y únicamente el 21% de las organizaciones cuentan con una mujer en su máximo cargo directivo. Pero tal vez lo más preocupante es que a pesar de la abundante evidencia de los beneficios para las empresas de tener participación femenina en las juntas directivas hoy son menos de un tercio las mujeres en las juntas de las empresas de nuestro país.

El panorama no es más alentador en cuanto a las cifras de solicitud y concesión de patentes de diseños industriales, modelos de utilidad y patentes de invención que presentan una brecha de género de entre 60 y 70 puntos porcentuales aproximadamente, de acuerdo con cifras de la Superintendencia de Industria y Comercio.

Esto se debe a que, como ya lo he mencionado en varias columnas, pocas mujeres se forman en carreras Stem (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas) y tienen una pequeña participación en la dirección de grupos de investigación activos en el país (33,52%).

Las cifras nos dan una primera radiografía de la desventaja estructural que sufren las mujeres en Colombia, en especial en las empresas. Ahora que abundan tantos programas de reactivación y emprendimiento esperamos que la nueva información disponible sobre mujeres como dueñas y líderes de empresas informe las decisiones para ser más efectivos reduciendo la brecha.