Cuando se habla de medidas para reactivar la economía en Colombia a menudo nos encontramos con propuestas y análisis que omiten las altísimas tasas de informalidad en el país, que en las principales 24 ciudades comprende 59% de las empresas, 37% de los trabajadores y 33% de los ingresos netos reportados, de acuerdo con el artículo “Informalidad Empresarial” de la economista Cristina Fernández en la más reciente publicación de Fedesarrollo.
A pesar de su enorme relevancia, la informalidad empresarial es un tema que no tiene toda la discusión que merece teniendo en cuenta su prevalencia en el escenario empresarial colombiano. Tampoco ayuda que no exista definición unificada de los tipos de informalidad ni mediciones fiables o suficientes del fenómeno.
Está estudiado que no hay un camino lineal hacia la formalización. Por el contrario, en diferentes momentos los negocios cumplen con algunos requisitos y faltan a otros, y pueden ir y venir con el cumplimiento de uno o varios. Por eso la informalidad empresarial debe entenderse como un proceso dinámico y complejo y no lineal ni estrictamente progresivo para poder adoptar políticas públicas más efectivas.
La formalidad sólo es posible cuando para una empresa es rentable ser formal. Así las cosas, el reto para el Gobierno es diseñar una ecuación que permita avanzar en el espiral de la formalización. Eso pasa, pero no se soluciona, con disminuir y simplificar trámites para su registro formal; bajar los costos de producción y comercialización; flexibilizar y agilizar el pago de tributos, parafiscales, salud y pensión; facilitar, y en algunos casos eliminar, certificaciones de calidad y licencias sanitarias; y encontrar formas de otorgar créditos a empresas en proceso de formalización; entre otras medidas.
Se debe tener en cuenta que las características de las empresas las hacen más o menos aptas para formalizarse por la ecuación de costo-beneficio de “legalizar” empleados y requisitos empresariales. Para los negocios con gran capacidad productiva los costos de formalizarse son pocos y son sobrepasados por ventajas como el acceso a créditos y acceso a mercados
Sin embargo, para las empresas medianas y pequeñas los costos de formalizarse pueden superar las ganancias de hacerlo. Hay negocios que son informales porque no habría una ganancia considerable en formalizarse, porque no podrían operar y a la vez pagar los costos de formalizarse, o bien porque deciden aprovechar las ganancias de la competencia desleal de la informalidad-ilegalidad a pesar de poder pagar los costos de formalización.
Al aumentar la formalización se benefician los trabajadores con mayores ingresos y protección social, se beneficia el Estado al aumentar el recaudo y garantizar el cumplimiento de medidas sanitarias y medioambientales, y -más importante aún- se benefician las empresas porque aumenta su producción y sus ganancias. Las medidas estructurales que pueden combatir la informalidad requieren de un debate profundo y pasan por las reformas a los tributos y al régimen laboral. No podemos seguir ignorando este debate mientras crece una “para-economía” que cobija ya a la mayoría de los colombianos.
La reactivación económica del país está en la reconstrucción del tejido empresarial. Pero ninguna medida será realmente efectiva si se deja de lado el profundo reto de reducir la informalidad de manera estructural y permanente.