Con buenas intenciones, pero a veces negando la evidencia y lo que hemos aprendido sobre emprendimiento en Colombia y el mundo, se adelantan intervenciones de política pública y arreglos institucionales que no tienen en cuenta el camino recorrido.
Por eso, con la intención de cuestionar algunos de los paradigmas y creencias que a veces parecieran dogmas de fe, y a propósito de la tan anunciada ley de emprendimiento por parte del Gobierno Nacional, presento una lista no exhaustiva de “pecados” que se cometen con frecuencia.
1. No apoyarás a las empresas para que sobrevivan ¡Impúlsalas para que crezcan!
Buscar que las empresas sobrevivan no es el camino. No queremos a un Estado gastando sus escasos recursos en mantener con vida a unas empresas cadavéricas, sin síntomas de vida en los mercados donde tienen que competir. Debemos estar enfocados en ayudarlas a sofisticarse, a usar mejor tecnología y esto tiene que ver con entrenamiento en estrategia empresarial que es tan escaso en el mercado de apoyo a las empresas emergentes.
Países como Colombia son dos veces más propensos a la creación de nuevas empresas que las economías desarrolladas, pero seis veces menos capaces de generar compañías con más de 50 empleados. La conclusión es sencilla: no necesitamos tantas, necesitamos empresas que tengan las competencias necesarias para competir y ganar. Estas empresas más robustas generan más ventas, más empleo y más utilidades.
2. No intervendrás todo, como un Dios omnipotente
Emprender es un reto en todas sus etapas y dimensiones. Pero el Estado no debe intervenir por igual en la creación de ideas emprendedoras, en la prueba del negocio en el mercado, y en la consolidación y crecimiento.
Según Confecámaras y MinCIT, del universo que llamamos emprendimiento solo 27% se encuentra en etapa de descubrimiento, en cambio 53% se encuentran en crecimiento, 17% en aceleración y 3% en consolidación. A pesar de tener más de 70% en procesos de crecimiento, aceleración y consolidación, los programas siguen anclados en entender el emprendimiento como creación de empresas.
Aun sabiendo que los recursos invertidos en momentos de descubrimiento son casi siete veces menos eficientes que los invertidos en etapas de consolidación y crecimiento, los principales programas de apoyo al emprendimiento, como el Fondo Emprender del Sena, siguen enfocados en estas etapas iniciales de creación.
3. El emprendimiento no es política para jóvenes.
A pesar de casos como el de Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, o incluso Simón Borrero, fundador de Rappi, el único “unicornio” en Colombia, está bien probado que los emprendimientos más exitosos los hacen personas que tienen entre 35 y 45 años.
En muchos casos los emprendimientos exitosos se dan cuando una persona se pasa cinco años, una década o más trabajando y con esa experiencia y ese relacionamiento, incluso con ese capital que logra ahorrar, sale a emprender con unos socios. Es importante dejar de pensar que el emprendimiento es un fenómeno exclusivo de gente joven.
Aún hay mucho más que decir sobre los “pecados” que se cometen en Colombia en la elaboración de política pública de emprendimiento. No solo se trata de advertir lo que se está haciendo mal, también vale la pena destacar lo que sí se debe hacer, pero eso será tema de otra columna.