Cuando en Cali somos los mejores en algo, nos encargamos de que el mundo entero lo sepa. Por eso el mundo sabe que somos la capital mundial de la salsa, el sitio más biodiverso en aves y que nuestra gastronomía empieza a competir entre las mejores de latinoamericana y el mundo.
Pues hoy Cali y Colombia tienen un liderazgo indiscutido del que poco se sabe y que se está barriendo bajo el tapete o ignorando de tajo. Se trata del negocio llamado “WebCams”. El negocio es tan grande y tiene tantos efectos sobre nuestra economía y sociedad que no se puede seguir ignorando, ni estigmatizando. Aunque es difícil saber el tamaño de la industria a nivel mundial, hay estimaciones de que la pornografia digital mueve cerca de 100 mil millones de dólares al año y Colombia participa de manera importante teniendo vinculadas como Webcams por lo menos 70 mil personas.
El negocio se trata en esencia de compradores que a través de plataformas digitales pagan (casi siempre en dólares u otras monedas duras) por ver y/o interactuar con modelos mayoritariamente mujeres, pero a veces hombres, transexuales o parejas, con fines de excitación sexual.
Las plataformas cobran por minuto y hasta segundo. La mayor demanda a nivel mundial viene de Estados Unidos y Europa con crecientes clientes desde Japón y otras áreas geográficas. El negocio es muy sofisticado. Hoy ya hay dos gremios que agrupan empresas de esta industria en Colombia. Uno es Asocea y su Presidente cuenta que tiene estudios y oficinas en Bogotá, Cali, Pereira, Medellín, Estados Unidos y Rumania. Su empresa pasó en 10 años de vender 5 mil dólares mensuales a unos impresionantes 6 millones de dólares cada mes. Reporta que es Cali donde el negocio es más grande y donde hay varias empresas del tamaño de la suya. WebCam Lab genera 250 empleos directos, tiene 300 estudios satélites proveedores y decenas de franquicias. Hoy tiene 1200 modelos vinculados a su negocio cuyos ingresos van desde los 60 dólares a la semana hasta los 1500. Algunas de las modelos montan su propio estudio en casa y pueden ganar el 70-90% de lo que generan. Muchas llegan a millonarios ingresos por mes ayudados por la devaluación y su capacidad de atraer clics.
La actividad podrá generar reparos morales y seguramente no es la forma como nos imaginamos ver ganarse la vida a nuestros hijos. Sin embargo, no parece estar asociado a redes de criminalidad, proxenetismo, ni consumo de drogas u otras sustancias. No tiene riesgo de salud pública, pues no hay intercambio de fluidos. y aunque muy lento, cada vez más, los y las empresarias están formalizando sus negocios, vinculando a las modelos a seguridad social, o animando a que lo hagan.
Empleados y empresas tienen desafíos que no se mitigan con dinero. Para algunos es difícil recibir sus ingresos porque los bancos no le abren cuentas a las empresas en Colombia, obligando a nacionalizar el dinero a través de cuentas en el exterior lo que hace que se paguen sumas muy altas en gastos de intermediación financiera o que les bloqueen sus cuentas por considerarse movimientos sospechosos. Sin duda hay un estigma asociado y la gran mayoría mantiene su oficio en secreto. Pero es hoy la alternativa de muchas personas que se han visto desincentivadas para terminar o empezar estudios profesionales cuándo una carrera profesional paga en promedio 2 millones de pesos como salario entrante que es menor a lo que se pueden ganar como modelos webcam. Es difícil encontrar formas para capacitarse y migrar a otras formas de vida y la ausencia de educación financiera puede hacer que se desaproveche la ventana de altos ingresos.
Las empresas de webcam no logran ser tomadas en serio como generadoras de empleo y riqueza. Abrir casas u oficinas para montar estudios enfrenta regulaciones de uso de suelo y otras. Estos empresarios, que pueden y en algunos casos quieren, jugar como empresarios legítimos de nuestra sociedad terminan en un ostracismo empujado por la mojigatería. El llamado es sencillo pero urgente. Entendamos, aceptemos y trabajemos con empresas y trabajadores de este sector. No hacerlo niega un negocio legal (siempre que no empleen menores) que le da trabajo a miles de personas y está generando valiosos dólares para nuestra economía.