La ruta del hidrógeno verde, una oportunidad visionaria
En la última convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se resaltó que la ambición climática avanza porque 113 de 191 países, que representan el 49% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, están comprometidos con reducirlas en un 12% para 2030, estando Colombia incluido en esa lista. Con la ambición de las economías más relevantes para alcanzar la carbono neutralidad en el largo plazo.
En este contexto, el hidrógeno de bajas emisiones está llamado a convertirse en un vector clave en la descarbonización, tanto de la industria, la movilidad y la generación eléctrica, especialmente en aquella de difícil abatimiento de emisiones (como el transporte marítimo, aéreo y transporte por carretera pesado), por ello constituye una herramienta clave para ayudar a solventar el reto global del cambio climático.
El hidrógeno es una industria emergente que incentivará la creación de una cadena de valor con nuevos empleos, conocimiento tecnológico y generando avances reales en el proceso de tener energías limpias. Colombia presenta un gran potencial para posicionarse en esta industria, pues cuenta con todos los ingredientes necesarios para impulsar tecnologías clave de energía renovable (solar, eólica, etc.).
La cooperación entre gobierno, industria y comunidad es indispensable para acelerar la consecución de los objetivos de descarbonización y el despliegue de fuentes no convencionales de energía renovable en el país. La Hoja de Ruta del Hidrógeno de bajas emisiones es sin duda un acierto, fruto de un trabajo colaborativo de múltiples actores públicos y privados, y que contempla principalmente tres factores clave: la sostenibilidad, el crecimiento económico y la seguridad de suministro energético.
En cuanto a sostenibilidad, la descarbonización es el concepto que cobra más relevancia. Colombia se ha marcado objetivos a mediano y largo plazo de reducir sus emisiones de gas efecto invernadero. A mediano plazo la meta del país es reducir las emisiones de GEI en un 51% con respecto a las proyectadas a 2030, principalmente a través de la sustitución de los usos actuales del hidrógeno y de otros usos como los del transporte pesado. En el largo plazo, el país ambiciona lograr la carbono neutralidad, para lo cual el hidrógeno verde jugará un papel clave, sobre todo en los sectores de difícil abatimiento de emisiones como lo son el transporte marítimo y aéreo, los servicios de flexibilidad en el sector eléctrico y otros sectores industriales como la refinación o los fertilizantes.
Con respecto al crecimiento económico, es importante hablar del potencial desarrollo de la cadena de valor que habrá en Colombia motivado por los proyectos de hidrógeno y la creación de empleo de alto valor añadido pues se trata de proyectos con un altísimo nivel de innovación. Cabe resaltar también el rol de la exportación, pues actualmente el país es exportador de otros combustibles y por lo tanto ya tiene una infraestructura exportadora en marcha. Además de esto, su posicionamiento geoestratégico, con salida a dos océanos, y la enorme cantidad de recursos renovables hace que el norte del país, y La Guajira principalmente, reúna los elementos necesarios para convertirse en un hub de producción de hidrógeno verde a nivel mundial.
Por su parte, la seguridad de suministro energético viene marcada por el potencial de diversificar la matriz energética, reduciendo la dependencia de combustibles fósiles así como la capacidad del hidrógeno de acoplar sectores. Esto va a complementar muy bien a las fuentes no convencionales de energía renovable (Fncer) intermitentes, como la eólica o solar, dando confiabilidad al sistema eléctrico a través del almacenamiento y aportando también servicios de flexibilidad de red.
Para abordar los tres factores anteriores, la Hoja de Ruta contemplo cuatro grandes bloques de análisis:
Producción: se determinó el costo del hidrógeno y sus derivados (en sus distintas formas gris, azul, verde y producido a partir de la red) en todo el país, evaluando el potencial y recurso renovable, así como las reservas y costes prospectivos del gas natural y el carbón. Los análisis han tenido en cuenta los incentivos tributarios de la Ley 2099 de 2021 y se consideraron factores de capacidad moda y máximos dividiendo el país en 8 regiones.
Demanda, emisiones y exportación: se evaluaron los potenciales usos en los diferentes sectores, así como su impacto en la matriz energética y la reducción de emisiones asociadas en 3 escenarios PEN, IEA y según resultados de entregable de producción. Tras analizar la demanda interna, se determinó el potencial de exportación identificando los principales mercados importadores y comparando los costos del hidrogeno verde de La Guajira contra el de otros países.
Regulación y brechas: se analizó la legislación vigente (proyecto de Ley de Transición Energética 365 de 2020 y posterior Ley 2099 de 2021, así como otras regulaciones en áreas específicas de la cadena de valor), un benchmark regulatorio internacional y un análisis de brechas con relevancia para el hidrógeno.
Plan de socialización: se ha realizado un trabajo colaborativo de múltiples actores públicos y privados para la elaboración de la Hoja de Ruta. Al principio del análisis se lanzó una consulta preliminar en la que participaron en torno a 50 entidades nacionales e internacionales aportando su visión de las oportunidades del hidrógeno en el país. Durante el análisis se llevaron a cabo en torno a 30 entrevistas con entidades que habían mostrado interés en el desarrollo de proyectos e iniciativas de hidrógeno. Además, se realizaron 12 talleres virtuales en los que se socializaron los resultados de la Hoja de Ruta.
Con esta Hoja de Ruta, Colombia se encamina cada vez más en la implantación de los objetivos de desarrollo sostenible integrándose a la lucha contra el cambio climático que se está desplegando por toda la región de Latinoamérica. Lucha que seguramente refleja resultados exitosos y servirá de ejemplo de exportación en cuanto a mejores prácticas para otros países.
Para Everis, participar en este planteamiento es seguir creyendo en una estrategia que tiene como prioridad el desarrollo inclusivo, la integración de territorio y transiciones eco sostenibles justas, para así continuar apostándole a la transformación digital como factor de productividad.