Ley de violencia Intrafamiliar, Ley de consumo mínimo, Ley de no consumo en los parques, Ley del código de convivencia, Ley de no al abortó, Ley de movilidad, Ley de convivencia Escolar, Ley ....
Todas estas leyes buscan regular el comportamiento de los colombianos en su cotidianidad. ¿En qué momento pasamos de la autorregulación a la prohibición? Delegamos a terceros nuestra capacidad de tomar decisiones que deberían estar soportadas en el respeto, la confianza y el propósito compartido por los que nos guiamos día a día.
Pasamos de la motivación por la sana convivencia y la búsqueda de la felicidad como objetivo de vida a cumplir leyes que buscan controlar lo que no puedo hacer por iniciativa propia como ciudadano confiable. Después de conocer muchos sistemas de control interno en el ámbito empresarial, puedo asegurar sin lugar a equivocarme, que no es más transparente la organización que tenga más controles (normas o leyes ) en sus procesos.
Cada día que escuchamos que nace una nueva Ley o norma que crea nuevos controles, me pregunto ¿cuál será el resultado de esa nueva medida? No está demostrado que se mejoren los índices de transparencia, pero sí que aumenten los gastos de funcionamiento en las organizaciones y se incrementen los artilugios para eludir las leyes y/o normas.
No está evidenciado que los resultados finales sean los óptimos pero sí está demostrado que hacen más lentos y pesados los procesos, y por ende la toma de decisiones y los resultados en términos económicos. Y la relación de altos costos y procesos lentos es la combinación perfecta para la ineficiencia y un caldo de cultivos para buscar atajos que resuelvan tus problemas de manera “oportuna”.
Algunos monitores internacionales evidencian cómo la falta de autorregulación nos afecta la calificación global. Por ejemplo El índice de Percepción de Corrupción Colombia ocupa el puesto 99/180 con solo 36/100 puntos; en el índice de impunidad, Colombia ocupa el 8 lugar de 124 , el hacinamiento carcelario supera 80% de su capacidad y el Doing Business nos ubica en el puesto 65 de 180.
Y peor aún, no se cumple la ley y se decidió asumir las vías de hecho como único medio de razonar y entender. Controles y más controles no son la solución para un mejor país. El camino propuesto es trabajar más por un ser humano autorresponsable, con valores ciudadanos y éticos como norte rector de las vidas.
Siempre ha sido necesario y oportuno contar con ciudadanos confiables, sin embargo, hoy más que nunca debemos ser conscientes del nivel de exposición al que estamos sometidos por el uso de la tecnología; todos nuestros movimientos quedan registrados en lo que hacemos en el teléfono inteligente , computador o cualquier actividad en Internet. Así dejamos la huella digital que sirve para ser (per)seguidos, evaluados, y nos convertimos en blanco de ataques por todo tipo de “analíticos” de datos y vulnerables a los riegos cibernéticos.
Lo que antes podría ser una libre toma de decisiones, hoy casi que es una prohibición o regulación del comportamiento humano; el autocontrol responsable, es el antídoto para vivir en esta burbuja de cristal que llaman libertad. En lugar de Leyes para prohibir, hagamos Leyes para formar. Eduquemos a nuestros jóvenes.