Algunos de nosotros irremediables optimistas, creemos que en esta última semana es posible poner o reforzar temas en la agenda de aquellos con más opciones de llegar a la Presidencia de Colombia. Por ello insistimos en temas que hasta ahora solo son frases de cajón en la mayoría de las propuestas que escuchamos de los candidatos. Ahora bien, como la realidad colombiana que se caracteriza por tener crecimiento económico sin empleo se volvió parte del panorama y no conmueve, tratemos de sustituirla por crecimiento con pobreza a ver si esta realidad corre con mejor suerte.
Con bombos y platillos el gobierno ha registrado el crecimiento del PIB del primer trimestre de este año, 8,5%, como el super récord, muy superior al promedio latinoamericano y al de muchos países de la Ocde, que contrasta además con todos los ajustes hacia abajo de la economía mundial anunciados por el Fondo Monetario Internacional, entre otros. Sí es una buena cifra que demuestra que la producción nacional de ciertos sectores se recupera y que en general la demanda agregada tiene indicadores positivos. Pero resulta que para entender su verdadero impacto es necesario reconocer que tenemos 39% de la población en pobreza y 31% como vulnerables lo que demuestra que ese crecimiento como siempre pasa en este país se distribuye muy mal.
Si realmente se quiere ver la realidad solo basta con mirar el desempleo, 12% que no cede, y el impacto desigual de la inflación que castiga duramente precisamente a esos sectores más débiles económicamente. Por ello el país está en mora de una seria reflexión sobre el modelo de crecimiento económico que ha predominado y no solo sobre su política social sino sobre el contenido en términos de equidad de su política económica. Pero es imposible porque hoy se vive en medio de una gran superficialidad sobre estos temas cruciales y además es cada vez más evidente, la incapacidad de hacer balances para resolver que debe continuar y que debe cambiar. Los egos de los economistas les están ganado la pelea a los egos de los políticos.
Por eso en esta ultima etapa de la campana terrible que hemos tenido, un llamado para que este desarrollo colombiano que ha distribuido tan mal sus beneficios y sus costos sea el primer tema que aborde quien finalmente llegue. La presidencia con estos indicadores de 70% población pobre e indigente y con semejantes niveles de desempleo, de informalidad y de inflación que golpean más precisamente a los menos favorecidos, y además con una situación fiscal nada clara, es un reto de unas proporciones inmensas. Además, no puede pasar desapercibido que esos sectores ya aprendieron que pueden protestar y ser oídos, desafortunadamente a las malas. Por sus afirmaciones y propuestas por fuera de toda posibilidad, algunos de esos candidatos claramente han demostrado no ser conscientes del reto inmenso que enfrentarían si finalmente