Es obvio que si una economía no crece, las posibilidades de reducir pobreza son mucho menores, pero debe reiterarse que esta condición es necesaria, pero no suficiente para mejorar la calidad de vida de la gente. La pobreza se puede estimar de forma directa o de forma indirecta. Los primeros son los índices de Calidad de Vida y los de Pobreza Multidimensional que miden las condiciones de vida de la población y la pobreza indirecta se refiere al nivel de ingresos y su capacidad para atender las necesidades básicas. Todos sabemos esto, pero es bueno recordarlo.
La labor que distintos gobiernos han hecho en términos de llevar bienes públicos a toda la población se traduce en un avance significativo en estas mediciones directas de pobreza, eso es cierto, aunque aún queda una tarea pendiente para cerrar brechas de género, de etnia, la inmensa diferencia rural-urbana y la regional. Sin embargo, el problema más grave de Colombia es la pobreza de ingresos. Que tengamos 39% de pobreza por ingresos y 31% de vulnerables, es una crisis social de grandes proporciones. Cabe entonces la pregunta de cuál es la razón de esta realidad cuando crecemos bien.
Es ahí donde surge el problema de asociar el crecimiento como la meta principal de política económica, sin importar cómo se crece, sin hacer mayor análisis sobre los sectores productivos que aportan más, y sin tener en cuenta su relación con el mercado laboral. Lo cierto es que no es lo mismo crecer porque aumentaron las rentas del petróleo, que crecer porque aumentó la actividad industrial; la principal diferencia radica en los empleos, directos e indirectos, que logran crear los diferentes sectores productivos y en las rentas factoriales que se logran destinar a diferentes segmentos de la población, especialmente a los más vulnerables.
Si gran parte de la actividad productiva se concentra en sectores que no son intensivos en mano de obra, y que el poco trabajo que demandan es muy sofisticado, es muy complicado que el crecimiento económico se traduzca en mejores condiciones de vida en un país donde abunda la mano de obra poco calificada. Concuerda con lo anterior que el país tiene un problema de crecimiento sin empleo que, lo cual sumado a la inmensa informalidad, hace que sin políticas directamente dirigidas a entender lo que sucede con el mercado laboral será imposible contentarse solo con tasas positivas de crecimiento.
El famoso trickle down no funciona, y solo con Transferencias Condicionadas no se resuelve la pobreza por ingresos. Es con trabajo decente, ese que promueve la OIT, pero que Colombia no logra en la dimensión que se requiere, con lo que verdaderamente se resuelve este problema. Pero además, si se crece y la pobreza sigue en esos altos niveles, eso se traduce en lo obvio: los beneficios del crecimiento se quedan en unos pocos. Por eso, cuidado con el triunfalismo por las cifras de crecimiento porque si nos quedamos en ese dato sin entender quien se beneficia y quien no, seguiremos alimentando esa profunda desigualdad que debe avergonzarnos.