Ya es un martirio leer diariamente algunos de los medios escritos de este país. Parecen orquestados para atemorizar a quienes consideran contrincantes. Esto es válido para columnistas, editorialistas, y el que aparezca, aunque sea con comentarios sueltos. Se aplica aquella máxima que nos enseñaron a muchos y que hoy es perfectamente útil: exagerar es mentir. Inclusive los chats entre amigos son insoportables porque aparecen insultos, descalificaciones, argumentos ciertos mezclados con otros claramente falsos, todos en medio de una lucha abierta o soterrada para imponer posiciones en esta campaña presidencial. Esta dura contienda está siendo asumida como propia por todos y cada uno de los colombianos.
Lo cierto es que todos nos sentimos tocados, responsables. Si, es cierto que nunca ha estado la izquierda tan cerca del poder y ello se sale de lo normal para esa derecha aguerrida y para la disfrazada de centro, y como se sienten totalmente amenazados, resolvieron entrar a la pelea de frente. Algunas veces con argumentos válidos que para desgracia de esta sociedad se mezclan con otros imprecisos o abiertamente falsos. A su vez, quienes nunca han tenido poder y creen que les llegó la hora no están precisamente quietos, sino también se pasan la raya de la tolerancia y de la tranquilidad y responden con frecuencia con agresividad.
Mejor dicho: era la guerra que nos faltaba como si ya no estuviéramos hastiados de odio, de intolerancia, y por qué no decirlo, de mentiras, de juicios cargados de animadversión. Colombiano contra colombiano, otra vez. Como si eso nos llevara a algo distinto en este país tan lleno de problemas, de injusticias, de muertos, y de todos los otros males que nos alejan de la verdadera democracia. Por eso, es hora de que todos los que podemos tener un mínimo de audiencia hagamos un llamado donde podamos: en las aulas, en los medios de comunicación e inclusive dentro de nuestras propias familias.
Calma, por favor. No incendiemos más este país que necesita de todo menos de más enfrentamientos. Calmémonos para tener autoridad y poderle exigir a los candidatos claridad, profundidad, y humildad cuando hagan propuestas para que no las dejen en el aire echándole más leña al fuego. Calmémonos y exijámosles a los candidatos que no descalifiquen a sus contrincantes, que dejen de usar expresiones tan grotescas, y discutan y comparen propuestas. Calma para los medios de comunicación que les permita un mínimo de equilibrio entre las tendencias de los candidatos. Calmémonos para que el debate económico sea más objetivo y ayude a encontrar la senda de crecimiento y equidad. Calmémonos para logra la paz que se nos está yendo de las manos.
Demos ejemplo y dejemos que solo compitan los candidatos y no cada uno de los colombianos con actitudes agresivas que infunden miedo. Calmémonos y reguemos esa voz para despejar el panorama tan duro que se prevé en esta campaña que falta, y ya en calma, recordemos que nadie tiene que verse obligado a contar a quien apoya; nadie tiene derecho a tratar de influir a la fuerza el voto de otro. Por el bien del país, calmémonos.