Analistas

Respeto y convivencia desde el fútbol

César Mauricio Velásquez O.

Los nuevos técnicos de fútbol, muchos exjugadores profesionales en Europa y América, se esfuerzan en transmitir y contagiar dos principios importantes de este deporte. El primero: “uno solo no gana un partido”, es decir, el fútbol es colectivo no de individualismos. Y el segundo: “respeto al rival. No hay rival pequeño. Aprender a ganar y también a perder”.

Estas ideas, que no son nuevas, son esenciales y marcaron la vida personal y profesional de grandes jugadores, como lo fueron, don Alfredo Di Stéfano y Andrés Escobar. Los dos defendían el trabajo en equipo y el respeto por los rivales. Ambos aprendieron a celebrar los triunfos y encajar las derrotas.

El goleador histórico del Real Madrid, Di Stéfano, me decía en marzo de 2013 -así quedó escrito en el libro “Fútbol con Alma”- que el fútbol es un deporte de equipo, de quienes trabajan por un mismo objetivo. Y recomendaba a los egoístas y figurones de las canchas a jugar con todos y para todos, de lo contrario se tendrían que cambiar al boxeo o al tenis. “Los goles que uno hace son resultado de un trabajo de todos. Si uno no juega para el conjunto es mejor cambiar de deporte”. Y concluía diciendo que “ningún jugador es tan bueno como todos juntos”.

Igual pensaba Andrés Escobar, el buen defensa de la selección Colombia y Atlético Nacional, asesinado hace 30 años en Medellín. Era un buen amigo, el “Caballero de la cancha”, que al momento de su muerte tenía promesa matrimonial y futuro asegurado en el fútbol italiano. “Me gusta entrenar, me gusta trabajar, me gusta divertirme. ¿Cómo me divierto? Pues tocando el balón, no pegando patadas, ofreciendo un buen espectáculo a la gente que va a los estadios. Este es mi trabajo”. Y explicaba que los triunfos son colectivos, también las derrotas. Trabajar para el equipo, no para sí mismo, fue un propósito en su vida.

“Hay que trabajar con orden, ahorrar dinero y vencer tentaciones del mal vivir en el licor, las drogas y el sexo. Hay que estar bien para poder jugar como se debe, la gente espera mucho de nosotros”. También decía que “en el fútbol queda demostrada la estrecha relación entre la vida personal y el juego. En mi vida lo he visto así. Si tienes una vida desorganizada, en la cancha serás un desorden, un desastre”.

El fútbol y la vida tienen múltiples conexiones. Por ejemplo, estos dos principios, vividos por Di Stéfano y Andrés Escobar, son también necesarios en la construcción de la convivencia cívica y ciudadana. Un proyecto va adelante con el compromiso y participación de todos, no simplemente de unas élites o falsos líderes que sólo buscan protagonismos y premios. Los acuerdos sociales son de todos, no de intereses particulares, imposiciones y mentiras. Los acuerdos que permanecen en el tiempo, así como en los buenos equipos de fútbol, son una sumatoria generosa de compromisos y talentos.

En el fútbol, el respeto y consideración del rival, del competidor, es señal de madurez y realismo. Un respeto que traído a la vida social y política podría ayudar a abrir espacios de escucha, atención y diálogo entre contrarios, con buena intención y honradez, sin trampas.

La tentación de liderar en solitario, llenarse de vanidad con supuestos logros únicos y pensar que el equipo es para la propia ambición, es un error en la vida de algunos jugadores y técnicos, muchas veces tentados por los premios individuales que por desgracia promueven el egoísmo.

Si el goleador hace más goles y el portero ataja más balones, son logros colectivos, de todo el equipo. Así, un proyecto de sociedad que se consolida y avanza, exige sumatoria de ciudadanos de buena voluntad, capaces de reconocer lo positivo, lo que une y mejora el bienestar de todos, sin imposiciones ideológicas. Porque nadie gana solo, ni en el campo de juego ni en la vida.

Don Alfredo Di Stéfano murió en Madrid el 7 de julio de 2014 y Andrés Escobar el 2 de julio de 1994, los dos han pasado a la historia del fútbol mundial. Ambos contribuyeron en los éxitos de sus equipos y acompañaron a todos en las derrotas. Los dos, como muchos grandes del fútbol actual, creyeron en la positiva influencia del deporte como medio para vivir y transmitir valores personales y sociales, una cátedra de vida que vale la pena explorar.

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