Keynes es un economista defensor del Estado intervencionista, en especial en el mercado y la economía; plantea que se hace necesario la intervención del Estado para corregir los desequilibrios del mercado y lo debe hacer interviniendo la política monetaria, emitiendo dinero y recurriendo al endeudamiento; en su defecto, el Estado debe de intervenir la política fiscal mediante impuestos para el incremento del gasto público.
Este argumento lo contrapone notablemente Adam Smith quien llamó al mercado la “mano invisible” esbozando que el libre mercado tiene intrínseca su propia autorregulación, y por sí solo encontrará su equilibrio, es decir, el Estado no debe intervenir; cuanto menos control estatal pueda existir en la economía, ella misma hallará el máximo bienestar por sí sola.
Keynes propone el aumento del gasto público en tiempos de crisis, es decir, acudir al endeudamiento con el fin de generar mayor liquidez y sostener la demanda. Esto incluye que, para reducir el desempleo, se creen empleos públicos, se incrementen impuestos trayendo consigo más burocracia estatal.
En ejemplos reales, una persona a la que en tiempos de crisis le disminuye su salario, tendrá que recurrir a incrementar su deuda para sostener la demanda de productos básicos generando más gastos; el resultado final será la disminución en su capacidad de endeudamiento en el presente y por razón lógica compromete a futuro un dinero que aún no tiene. La disminución de salarios lo que conlleva es a una austeridad y no al incremento del gasto, razón por la cual Keynes actualmente está desfasado.
El economista Friedrich Hayek tiene planteamientos notablemente opuestos, afirma que la intervención y el papel del Estado en la economía y el mercado se debe de reducir al mínimo refiriendo que el libre mercado es autónomo y plantea sus propias dinámicas; cuando el Estado interviene acrecienta la crisis generando inflación y recesión. Hayek por ejemplo, en un escenario de crisis, postula generar gastos adecuados donde solo se deba de gastar lo necesario y la producción debe de ser sostenible; es decir, que en el mercado deben de permanecer aquellas empresas que puedan innovar, reinventarse y adaptarse durante la crisis sin necesidad de recibir un estímulo económico de parte del Estado. Javier Milei en su libro: “desenmascarando la mentira de Keynes” refiere que la potencialización del ahorro es la forma más adecuada de inversión, hace una fuerte crítica al estado exponiéndolo como un derrochador y plantea que la vía más acertada y eficaz es el ahorro, endeudarse es llevar al colapso la economía nacional.
Para concluir, el incremento del gasto y la creación de empleo desde lo público implica una gran intervención de la política fiscal del Estado sobre el aumento de impuestos para sostenerse así mismo; es una medida nefasta y contraproducente para una economía nacional. Por el contrario, incentivar el emprendimiento y el ahorro, disminuir los impuestos a las pequeñas y medianas empresas, liberar el mercado y reducir al máximo la intervención del Estado conllevaría a equilibrar la economía reduciendo el desempleo, controlando la inflación y por ende aumentarían los salarios generando una dinámica activa entre oferta y demanda.