¿Será que las inversiones en empresas de IA se están convirtiendo en una burbuja financiera? ¿Podemos predecir las burbujas?
Hace unos días revisamos en un ejercicio académico la valoración de un activo, justo antes de la crisis de 2008. Cuando veíamos las gráficas del crecimiento espectacular de la actividad económica y la consiguiente alza, sorprendente, del activo que valorábamos, parecía obvio que el alza era insostenible y que seguiría una baja igualmente dramática.
Pero nos parecía obvio porque sabíamos qué era lo que iba a pasar a finales de 2008 -lo habíamos vivido- y en nuestro exceso de confianza (tan humano) pensábamos que habríamos advertido del peligro que acechaba.
Son muchos los que afirman que hoy que estamos en una situación igual al momento previo a la explosión de la burbuja de las “puntocom”, pero con un peligro aún mayor. ¿Será así?
Insistiendo en la práctica imposibilidad de predecir y simplificando un poco, vale la pena recordar que algo fundamental en las burbujas que explotan en crisis general es el endeudamiento. Trato de explicarlo mejor.
Si no se creara dinero artificialmente y la tasa de interés flotara libremente, las personas tomarían la decisión de cuánto gastar y cuánto ahorrar. Este ahorro lo usan los inversionistas. Si el ahorro baja, la tasa de interés sube y muchas inversiones dejarían de ser interesantes. Si el ahorro sube, la tasa de interés baja y algunas inversiones comienzan a ser atractivas.
Sin embargo, cuando se crea dinero y se baja la tasa de interés, las inversiones, que de otra forma no serían atractivas, empiezan a serlo y aparentan ser rentables. Esta supuesta rentabilidad lleva a que quienes no tienen ahorros se endeuden para participar de esa “fiebre del oro”. Y si a eso se le agrega que, apoyados en esos activos irrealmente valiosos, se gasta alocadamente, se tiene la receta perfecta para la crisis. Finalmente, la realidad se impone, se exige el pago de las deudas y no hay quien las pueda pagar. Hemos financiado una fiesta con deuda y nos hemos gastado el capital en activos que no se necesitaban.
¿Será lo que está pasando? Hay algunas señales de que no es así. Son las grandes empresas tecnológicas las que están invirtiendo sus enormes posiciones de caja. ¿Pueden perder mucho? Sin duda, también pueden ganar, pero no parece que atrás haya deuda.
Por otra parte, las empresas cuya valoración crece exponencialmente, tienen ventas, y todo parece indicar que las inversiones en generación de energía, centros de datos y chips tendrán uso.
También hay signos de alerta. El mismo crecimiento exponencial, las inmensas promesas, las inversiones circulares de una empresa en otra y de esta en la primera. Y una pregunta que poco se hace: ¿habrá una burbuja en China?
El futuro no se conoce, pero podemos sacar algunas recomendaciones. Como inversionistas, endeudarse para participar de un crecimiento acelerado es elevar el riesgo; vale la pena arriesgarse, pero con lo ahorrado, con lo que se pueda perder si las cosas salen mal. Como inversores: reconocer, antes de invertir, si las proyecciones están fundadas en una tasa de interés artificialmente baja y si el nivel de endeudamiento no es excesivamente alto.
Recordar que el futuro es desconocido, pero que “de eso tan bueno no dan tanto”.