Adiós a las creencias limitantes
viernes, 13 de septiembre de 2024
Claudia Dulce Romero
A veces, sin darnos cuenta, repetimos un conjunto de frases que pueden limitar lo que somos. Frases que desde nuestra infancia o desde algún momento puntual en la vida nos marcaron y nos condicionaron a pensar que no somos capaces de hacer algo. Lastimosamente, nos convencimos de esto o alguien más nos lo repitió hasta que lo interiorizamos como una verdad ineludible.
Estas afirmaciones suelen ser falsas y pueden afectarnos en varios aspectos de la vida, no solo porque pueden deteriorar nuestra salud mental, sino porque también nos impiden asumir riesgos profesionales y nos fuerzan a sobre pensar decisiones que pueden cambiar el rumbo laboral.
El primer paso para abordar estas creencias limitantes es identificarlas. En mi caso, frecuentemente, me repetía dos frases que afectaban mi desempeño profesional: “Soy poco creativa”, una creencia que está asociada a mi falta de habilidades artísticas, que descubrí en mis clases del colegio y tras las burlas de mis compañeras sobre mi forma de dibujar. Asocié el dibujo a la creatividad y me repetí una y mil veces, durante varios años, que soy una persona poco creativa. Hoy, en el mundo profesional, algunas personas de mi equipo reconocen en mí esta habilidad y aseguran que tiendo a traer buenas ideas sobre la mesa y eso me ha permitido alejarme de aquello que pensaba.
También me repetía “no soy buena para el área comercial”. Me auto convencí de que no contaba con las habilidades para negociar, pedir rebajas y que definitivamente no había nacido con ese chip. Pero, de nuevo, en el campo profesional algunas personas reconocieron mi valor para vender ideas o los servicios con convicción. Además, conté con el apoyo de jefes que me lanzaron al agua para asumir roles comerciales con el objetivo de romper esa falsa creencia.
Como menciona Marian Rojas en su libro Cómo hacer que te pasen cosas buenas, los pensamientos siempre los podemos educar o reeducar, y lo mismo pasa con las creencias limitantes. Podemos transformar lo que somos y trabajar en ello para ser mejores. Así que una vez identificadas las creencias y escritas en papel, se debe analizar si estas cuentan con una evidencia real.
¿Cómo hacerlo? La respuesta es sencilla y compleja al mismo tiempo: indagar en sí mismos, preguntarse de dónde salió esta creencia, si alguien los señaló o si han intentado hacer algo para dejar de creerlo. Hasta pueden preguntarles a sus colegas o jefes sobre su desempeño en esa área o esa creencia limitante. Validarlo con personas de su confianza puede ayudar a encontrar respuestas esclarecedoras en un entorno seguro.
Una vez identificado y evaluado su impacto, es recomendable intentar parar ese pensamiento para que no se convierta en una certeza y, de esta forma, un justificante de la inacción. Conviertan su creencia limitante en una afirmación de poder y acompáñenla de acciones que les permitan ir poco a poco tumbando esa creencia. Por ejemplo, si una persona dice “soy muy mala para hablar en público”, mi recomendación es que empiece a practicar en espacios con sus compañeros o jefes y trate de cambiar la frase a “debo fortalecer mi habilidad para expresarme y hablar en público”. No olviden que el lenguaje crea realidades y tiene un poder inconmensurable sobre nosotros y quienes nos rodean.
Ahora imaginen un equipo de trabajo en el que cada persona llega con un número de creencias limitantes. Seguro se pierden muy buenas oportunidades de crecimiento profesional y personal por no aceptar proyectos ante el miedo de no poder cumplirlas.
Si usted es un líder, promueva espacios de diálogo con su equipo para identificar las creencias limitantes de cada uno y apoyarse para que cuando alguien la repita en voz alta, el resto esté listo para hacerle ver lo talentoso que es en su trabajo o apoyarlo para romper esa creencia. El liderazgo se desarrolla y los líderes se hacen con el tiempo, y para eso se necesita de una voz amiga que les repita que los pensamientos sobre aquello que supuestamente hacemos mal no nos definen para siempre y que en la vida todo está sujeto a cambio, sobre todo esas falsas verdades sobre nosotros mismos.