El golpe al ego
sábado, 2 de noviembre de 2024
Claudia Dulce Romero
Todos tenemos ego, nadie escapa de ello. No es intrínsecamente bueno ni malo, todo depende de cómo lo gestionemos. Si lo miramos de una forma beneficiosa, nos ayuda a alimentar esta idea de que somos personas capaces, talentosas y que hemos logrado grandes resultados por nuestra entrega. No nos digamos mentiras: a casi todos nos gusta que nos reconozcan nuestro trabajo, esfuerzo y dedicación. También es cierto que hay personas cuyo ego quizá se infla demasiado y eso no resulta ser tan conveniente, sobre todo ahora que las realidades pueden cambiar rápidamente.
El mundo laboral es una montaña rusa con evidentes subidas y bajadas. Puede que hoy estén en la cúspide de su carrera profesional, con un cargo importante en la organización en la que trabajan, pero mañana por algún proceso de reestructuración les piden cambiar de rol y volver a otro cargo de menor rango, bajarle a la visibilidad o incluso despedirlos. El problema aparece cuando eso que habían construido ya no está y cuando creemos que todo eso, que muchas veces es material, nos define.
He conversado con algunos líderes del sector público y privado sobre esta transición de cargos y el impacto que tiene en el ego. Personas que pasan de ser reconocidas en la organización, tener un sinfín de eventos sociales, oficinas espectaculares, infinitas llamadas diarias de personas pidiendo favores, a no tener ninguna facilidad y a que nadie les conteste el teléfono porque “ya no son importantes”. Las personas no siempre están preparadas para este choque y suele ser un golpe doloroso, por eso hay que estar preparados porque a todos nos puede pasar.
Una persona con el ego en las nubes quiere priorizar su imagen y reputación sobre el bienestar del equipo y los objetivos comunes. Para no caer en ello, mi primera recomendación es activar las habilidades de escucha, colaboración y construcción colectiva, además de entender el nuevo contexto de la organización para repensar el nuevo rol que se debe asumir.
En esos sacudones de la vida es cuando más se debe replantear el significado, la pasión, la motivación y el propósito de lo que se hace. Vale la pena hacer un proceso de autodiagnóstico o autoconocimiento, enmarcado en la inteligencia emocional, para identificar quiénes son más allá de un cargo o un título. Esto ayudará a esclarecer quiénes quieren ser y hacia dónde quieren ir. De cierta manera es replantear lo que significa el éxito.
Seguro se sentirán tristes, abandonados, dudosos y con la autoestima baja cuando ya no tengan ese gran cargo. Todas esas emociones son valiosas y les están mostrando un aprendizaje, así que recíbanlas y traten de gestionarlas para que no les generen bloqueos o quebrantos de salud mental. A veces gestionar las emociones no es tan sencillo; no tengan miedo de pedir ayuda y contar con un acompañamiento psicológico y activar su red de apoyo. Hablen con las personas más cercanas, cuéntenles cómo se sienten y los planes que podrían ejecutar. Estoy segura de que encontrarán nuevas ideas o manos amigas para ese proceso de transición. Incluso, conecten con otras personas desde su nuevo rol, conozcan visiones diferentes y permítanse aprender de los cambios.
También es un momento de pensar en eso que les apasiona, que quisieron hacer durante mucho tiempo, pero que por la carga laboral no habían podido ejecutar o iniciar. ¡Llegó el momento de hacerlo realidad! Si tienen mucho tiempo libre y están preocupados porque no saben en qué emplearlo, inicien su camino emprendedor y trabajen de manera organizada en la ejecución de esa idea.
Recuerden que la vida profesional no lo es todo. Nunca se entreguen tanto a un trabajo que los obligue a desconectar con el resto de ámbitos de su vida y tampoco “pongan todos los huevos en una misma canasta”, como se dice coloquialmente. Es fundamental tener otras motivaciones para sobrellevar esas transiciones del ego.